La Guardia Civil de Alicante ha desmantelado en Torrevieja una banda con conexiones internacionales que se dedicaba a robar en cajeros automáticos. Sus objetivos eran personas mayores y personas vulnerables a los que engañaban en los terminales para hacerse con sus números de tarjetas y vaciarles las cuentas a la primera ocasión. Se les atribuyen robos de más de 60.000 euros en la zona de la Vega Baja, cometidos en Torrevieja, La Mata, Rojales y Almoradí. Pero este grupo habría actuado en otras zonas de España, como Málaga, concretamente en Marbella y San Pedro de Alcántara, así como en centenares de delitos en otras ciudades españolas, en Francia y en Italia. En este último país se les atribuyen estafas de más de 200.000 euros. Las de Francia están por contabilizar.
Los agentes han arrestado como presuntos miembros de la banda a dos hombres en Torrevieja y han colaborado en la detención de otros tres en Marsella, ciudad a la que los miembros de la organización se desplazaban con frecuencia. Se les atribuyen los delitos de estafa de manera continuada y pertenencia a grupo criminal. Todos ellos son de nacionalidad francesa y origen argelino, de entre 30 y 40 años. La Guardia Civil llevaba tras su pista desde enero del año pasado y las primeras detenciones se realizaron en Torrevieja en noviembre, hasta que ahora se ha podido desmantelar el resto del entramado. La operación ha sido bautizada como «Modio» y ha estado coordinada por la European Union Agency for Criminal Justice Cooperation (EUROJUST), a través del Juzgado de Instrucción uno de Torrevieja.
El método utilizado es conocido como «scalping» o «siembra» y consiste en obtener el número PIN de las tarjetas bancarias de las víctimas, en presencia de ellas mismas. Los perjudicados son en su mayoría personas de avanzada edad a las que despistaban tras ganarse su confianza y, en ocasiones, utilizando la violencia, si fuera necesario.
Los autores aprovechaban que una persona de avanzada edad se disponía a sacar dinero del cajero para observar, desde una distancia prudencial cuál era el número que marcaban. Seguidamente, despistaban a su futura víctima, consiguiendo sustraerle la tarjeta.
Otro método era cambiar, previamente, el idioma del cajero, así, gentilmente se ofrecían a ayudar al siguiente usuario, que no comprendía el idioma, llevándole a marcar el PIN en su presencia. Entre tanto, bloqueaban el cajero, apoderándose de la tarjeta, haciendo creer al usuario que ésta se había quedado en el interior. Después, extraían todo el dinero en efectivo que podían, hasta que se agotara el saldo o el banco bloqueaba la tarjeta. Con ellas hacían compras de todo tipo, desde productos de lujo a tarjetas-regalo de centros comerciales.
