Alina Mocanu acababa de cumplir 34 años, a principios de febrero. Era una mujer vital que había venido de su Rumanía natal en busca de un futuro mejor que el que le esperaba en su Calarasi natal, al sureste de Bucarest, la capital de su país.

Hacía alrededor de dos años que había iniciado una relación sentimental con Arthur K., de 59 años, e incluso trabajaba con él como empleada en la inmbiliaria Brilliant propiedad del presunto asesino y de un socio.

Alina, a la que ni siquiera sus vecinos conocían demasiado, era madre de al menos un niño, fruto de una relación anterior. El pequeño, que tiene 14 años de edad, reside con su abuela paterna en un municipio de la Marina Alta. Algunas fuentes afirman que la mujer tenía otra hija que residiría fuera de la Comunidad Valenciana.