Dos guardias civiles de La Vila Joiosa declararon ayer en el juicio por el asesinato del alcalde de Polop que el testigo protegido estaba trabajando en el club de alterne Mesalina durante el verano de 2007. El portero mantiene que los acusados de ser los autores intelectuales del crimen le ofrecieron matar a Alejandro Ponsoda en uno de los reservados del burdel en aquella época. Las defensas siempre han asegurado que el testigo protegido miente y que no empezó a trabajar en el local hasta el año 2008, cuando Alejandro Ponsoda ya estaba muerto.

El alcalde de Polop recibió un disparo en la cabeza en octubre de 2007. La investigación señala que fue un crimen por encargo, en el que el autor intelectual sería el sucesor de Ponsoda en la Alcaldía, Juan Cano, con la mediación del empresario Salvador Ros y los responsables del club de alterne Mesalina, Pedro Hermosilla y Salvador Ros. El relato del confidente apunta a que el crimen habría sido perpetrado por el español Raúl Montero y los checos Radim Rakowski y Robert Franek por 50.000 euros, aunque éste precisó que no sabía si fueron ellos quienes tirotearon finalmente al alcalde.

Desde el primer momento en que se levantó el secreto del sumario, una de las labores de las defensas ha sido poner en cuestión las declaraciones del testigo protegido. El testimonio de estos dos agentes que investigaron otros hechos delictivos que ocurrieron en esos mismos meses en las que supuestamente se habría gestado el crimen permite corroborar algunas de las fechas del relato del confidente a los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Benemérita en una investigación en la que no hay pruebas directas contra los acusados y está basada solo en indicios.

Fiestas y orgías

Los dos funcionarios aseguraron ayer ante el jurado que el testigo protegido ya estaba trabajando en el club de alterne como portero durante el verano de 2007 porque lo corroboraron ellos mismos durante una investigación por trata de blancas en el local de alterne y que también salpicó a los locales Camelot de La Estrada y La Bamba de La Vila Joiosa. Una mujer había denunciado que era obligada a ejercer la prostitución contra su voluntad para participar «en fiestas y orgías» y que incluso la forzaron a dar en adopción al niño que acababa de tener. En el marco de esa investigación, los agentes realizaron vigilancias y llevaron a cabo inspecciones rutinarias en los clubes para comprobar las fichas de las mujeres que trabajaban allí. Desde abril de 2007 ya tenían constancia de que el testigo protegido se encontraba haciendo funciones de portero en el local y al menos hasta agosto trató con ellos en sus desplazamientos al club. Si tenía o no contrato era algo que no comprobaron porque en ese momento las pesquisas se centraban en la situación de las mujeres. Los guardias dieron datos precisos sobre el portero, como que estaba en la puerta sentado en un taburete, que llevaba coleta y que vestía camiseta de tirantes. Una de las agentes concretó que «no me quería dejar pasar porque era una mujer y entonces tuve que identificarme como guardia civil».

Estas declaraciones contrastan con la que la semana pasada prestó un cabo, quien dijo que el testigo protegido no trabajaba en el Mesalina, sino que estaba en el local como cliente. Este testigo llegó a asegurar que él mismo le tuvo como confidente pero que prescindió de él porque era un «mentiroso empedernido». De los dos agentes de ayer, solo uno tenía constancia de que el portero facilitara informaciones al cabo.

Por otro lado, los restos de ADN recogidos en el coche donde Alejandro Ponsoda fue tiroteado no se corresponde con ninguno de los acusados de ser los autores materiales del crimen, según declararon ayer los agentes de la Guardia Civil que se encargaron de cotejar los restos biológicos.