Un desgarrador testimonio ofrecieron ayer las dos hijas de Alejandro Ponsoda ante los seis hombres y las tres mujeres que están juzgando el asesinato a tiros de su padre. Expresándose con claridad, aunque en ocasiones no pudieran evitar las lágrimas, María y Fátima (ésta última embrazada de tres meses cuando se encontró a su padre ensangrentado con un disparo en la cabeza), dibujaron al regidor como «una buena persona, nada ambicioso, que ayudaba a todo el mundo y al que todo el mundo quería». Prueba de ello, precisaron, las cuatro mayorías absolutas que llevaba a sus espaldas cuando le mataron «y que nunca nadie ha vuelto a sacar, porque al que votaba la gente era a él con independencia del partido por el que se hubiera presentado».

María, la primera en declarar, afirmó sin ambages que Juan Cano, compañero en el PP de Ponsoda y acusado de su muerteJuan Cano, «le hacía daño a mi padre y le humillaba siempre que podía». La situación era tan tensa, según detalló la hija del alcalde asesinado, que «él no quería presentarse a las últimas elecciones (las de mayo de 2007, cinco meses antes del crimen) pero le obligaron desde arriba. Cuando le dije que habíamos ganado se arrancó a llorar y me dijo que ojalá hubiéramos perdido. No le gustaba la lista, donde Cano iba de número dos. Le estaba haciendo la vida imposible, le insultaba, le llamaba maricón de mierda, que no le queríamos ni sus hijas y que sólo servía para ir a misa», relató.

La joven, que reivindicó el derecho de su padre a hacer con su vida privada lo que quisiera, relató un episodio que vivió en el 2014 en el Ayuntamiento de Polop, donde ella trabaja y al que Cano tenía que comparecer cada quince días a firmar como medida cautelar por su implicación en este proceso. «Me dijo a gritos que a mi padre le habían matado porque era un maricón sidoso e insultó a la fiscal y a la Guardia Civil. Y después presentó un escrito para que se tomaran represalias contra mí, lo que no consiguió», concretó.

«Parece que seamos los verdugos y somos las víctimas», agregó dolida la declarante, quien reclamó Justicia tras contar la impresión que le causó ver que Cano, que sucedió a Ponsoda en la Alcaldía, «cogió enseguida el bastón de mando de mi padre tras sacarlo del coche fúnebre como diciendo `ya tengo lo que quería´. Y ni hubo luto oficial ni se permitió a los trabajadores del Ayuntamiento salir un poco antes para asistir al entierro del que había sido el alcalde del pueblo», se lamentó.

Fátima, la otra hija de Ponsoda, añadió que su padre «había cambiado mucho desde la última legislatura» y que «tenía miedo de que Cano . Y refirió, al igual que hizo su hermana, otro episodio en el que, tras el crimen, Cano les entregó 3.000 euros en lo que él vendió con un gestó generosidad «cuando en realidad era la última nómina de nuestro padre».

Ambas hermanas, quienes están en tratamiento psicológico desde entonces, destacaron que la idea de su padre era «dejar resuelto un asunto que era bueno para pueblo y dimitir antes de que finalizara el mandato para dedicarse a su familia, pero no le dejaron, le mataron antes. Y nos quedamos sin padre, mi abuelo (que murió poco después) sin hijo y mi hijo (el de Fátima) sin abuelo».

A la pregunta de la defensa de Cano de por qué en el inicio de la investigación dieron otros nombres como posibles sospechosos y no el de Cano, Fátima respondió que había que abrir todas las vías.