Dormían plácidamente y ella, Luisa, entreabrió los ojos y vio la luz de la linterna de un móvil. Pensó que era su madre, que vive cerca. «¿Qué pasa, mami?», masculló. Y en ese instante uno de los ladrones encendió la luz y Luisa y su marido, Ferran, de 30 y 32 años y que acaban de ser padres (la niña tiene un mes), descubrieron aterrorizados que seis intrusos, armados con dos escopetas, palos y patas de cabra y que llevaban el rostro cubierto con máscaras blancas de plástico, rodeaban su cama. «Manos arriba y al suelo», le ordenó uno de los ladrones a Ferran, a quien otro de los delincuentes le propinó una patada en el rostro. A continuación, lo maniataron con una brida. Y lo encañonaron con dos escopetas. «Pasé mucho miedo por mi hija que hace un mes que ha nacido y por mi mujer. Me dijeron que si no cooperaba lo iba a pasar muy mal. Lo que quería es que se marcharan cuanto antes», relató a INFORMACIÓN Ferran, a quien los ladrones le dieron más patadas en el pecho, la espalda y la cabeza. La familia está en estado de shock. El robo ocurrió en la madrugada del miércoles al jueves. Sobre las cuatro de la mañana, los ladrones irrumpieron en la casa por una puerta que da al jardín y por la que se accede a la cocina.