Una vieja reivindicación de las asociaciones profesionales de la Guardia Civil, el uso de las armas eléctricas para reducir a personas agresivas y defenderse en situaciones de grave peligro, parece que entra en vías de hacerse una realidad después de muchos años. La Dirección General de la Guardia Civil ha seleccionado a siete unidades del Cuerpo para probar hasta finales de este año las conocidas como pistolas Taser, cuyos disparos provocan una descarga eléctrica que paraliza de forma inmediata a una persona durante cinco segundos.

Entre los siete grupos elegidos para formarse en el manejo adecuado de estas armas y evaluar su operatividad se encuentra la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic) de Torrevieja. Cinco efectivos de este grupo del cuartel torrevejense recibirán formación la próxima semana junto a miembros de otras unidades diferentes de Madrid y Logroño.

Según la asociación Independientes de la Guardia Civil (IGC), uno de los colectivos que ha reclamado estas armas en el Consejo, se va a licitar a corto plazo la compra de pistolas eléctricas para la Benemérita y la próxima semana ya comienza la primera fase de formación para los agentes que van a probar las pistolas Taser, mientras que la segunda jornada de formación y evaluación comenzará a finales de noviembre.

Cinco guardias civiles de la USECIC de Torrevieja acudirán desde el próximo lunes a la jornada de formación y el resto de unidades seleccionadas para la fase de evaluación operativa son el Grupo de Acción Rápida (GAR) con base en Logroño y cinco de Madrid: el Grupo Rural de Seguridad (GRS 1), la Usecic, Tráfico, la Unidad de Protección y Seguridad (Uprose), y la Unidad Fiscal y Aeroportuaria (Ufac) de Barajas.

Uso en las Policías Locales

Hasta ahora, ni la Guardia Civil ni la Policía Nacional han tenido entre su dotación de armamento las pistolas eléctricas. Sin embargo, la Ertzaintza, los Mossos y más de 200 Policías Locales de todo el país, entre ellas las de San Vicente del Raspeig y Orihuela, ya cuentan con armas eléctricas para inmovilizar a personas en situaciones de grave riesgo.

Las pistolas eléctricas, que se emplean en cerca de 200 países, tienen muchos partidarios entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad por ser un arma no letal y menos lesiva que las de fuego, aunque también existen detractores que consideran que supone una «tortura» y puede causar incluso la muerte, como le ocurrió hace tres años en el Reino Unido al inglés Dalian Atkinson, ex jugador de la Real Sociedad. Tuvo un incidente con la Policía y tras ser inmovilizado con un disparo de una Taser falleció.

El presidente de IGC, Joaquín Parra, valora que el Gobierno dé luz verde al uso de estas armas después de estar pidiéndolas desde hace más de dos décadas y denegarlas siempre. En su opinión, en una situación de peligro es «una forma no letal que inmoviliza a la persona y evita el uso del arma de fuego, que sí que puede ocasionar graves lesiones o la muerte». Según Parra, las posibilidades de que una persona fallezca por un disparo de una Taser «son muy remotas».

Los disparos de estas armas tienen un alcance de algo más de siete metros y la paralización es inmediata. Al salir los dos dardos de la pistola se generan 50.000 voltios, pero el voltaje que recibe la persona es de 1.200 voltios y la corrientes es de 0,0021 amperios, por lo que la recuperación es inmediata tras cinco segundos, según los expertos. No obstante, siempre puede existir otros factores que causen complicaciones en la reacción de cada persona a estas descargas.

En la provincia de Alicante, el pasado año una persona fue reducida por la Policía Local en Orihuela y no le pasó nada. Tampoco a otro hombre reducido en Benidorm por la Policía Local, aunque éste siguió resistiéndose tras pasarse los cinco segundos en los que se le paralizan los músculos sin poder reaccionar.

Los siete grupos elegidos para formar a sus agentes y probar las Taser han sido repartidos en dos jornadas de formación. De la Usecic de Torrevieja acudirán cinco agentes las próxima semana a Madrid para aprender el manejo de estas armas y a finales de octubre comenzarán a llevarlas de servicio en la Vega Baja. Las probarán durante un periodo de veinte días.

A continuación se formarán al resto de unidades y a final de año la Dirección General de la Guardia Civil ya contará con los informes elaborados por los agentes sobre la operatividad de las nuevas armas eléctricas.

La Policía Nacional también dotará a parte de su plantilla con las pistolas eléctricas. El Sindicato Unificado de Policía (SUP) aseguró el pasado mes que se va a licitar la compra de mil armas eléctricas.

IGC pide un reglamento

Además de la formación de los guardias civiles, Independientes de la Guardia Civil apremia al Gobierno para que reglamente sobre el uso de este tipo de arma con el fin de que los agentes que usen la pistola eléctrica paralizante «tengan la cobertura jurídica necesaria que ampare su actuación y no se vean obligados a pasar por procedimientos indemnizatorios, en el mejor de los casos, y también por juicios en el ámbito penal, ante un uso no reglado del arma».