Vivió con él en la casa parroquial, en València, y mantuvieron una relación sentimental que se prolongó por espacio de un año. Y, aún así, año y medio después de que hubiera cesado la convivencia, quedó con su antiguo amante en la casa de este, le grabó mientras le hacía una felación y luego trató de extorsionarle exigiéndole el pago de 100.000 euros a cambio de no divulgar en su entorno personal, familiar y profesional sus tendencias homosexuales. Lo inusual de este caso es que la víctima es un sacerdote católico, que el autor de las coacciones es un refugiado de confesión musulmana al que acogió en su casa, y que ésta, es decir, donde se materializó la convivencia, era la casa parroquial.

El embrollo sentimental, que trascendió lo personal para convertirse en un asunto judicial después de que el cura denunciara el chantaje ante la policía, propiciando así la detención de su antiguo amante, debería juzgarse la próxima semana en la Audiencia Provincial de València. Pero no llegará a verse en ninguna sede judicial -salvo sorpresa de última hora-, ya que víctima y autor han llegado a un acuerdo previo por el que el primero asegura que «se siente totalmente reparado y satisfecho» dado que el segundo ha reconocido los hechos tal como los relata la Fiscalía y ha pedido perdón reiteradamente al cura.

Por el delito de coacciones, condicionado por el cometido contra la intimidad -por grabarle en pleno acto sexual sin permiso-, la fiscal que ha elaborado el escrito provisional de calificación solicita año y medio de prisión. Pero no se opone a que el reo no llegue a entrar en prisión dado que la pena es inferior a dos años y nunca antes ha sido condenado por delito similar alguno.

Eso sí, pese a que el sacerdote ha mostrado su perdón a su antiguo amante, la Fiscalía mantiene la solicitud de que se le prohíba acercarse a menos de 300 metros del párroco, de su domicilio, de su lugar de trabajo o de cualquier otro en el que se encuentre -oficiando una misa en una iglesia distinta de la asignada porque deba suplir a otro cura, por ejemplo-. Y tampoco podrá comunicarse con él por ningún medio o procedimientos. Ambas órdenes de alejamiento, con una vigencia de dos años y medio.

Amenazó con mandarlo al Papa

Los hechos, según recoge el escrito de calificación de la Fiscalía, se produjeron en la noche del 11 de mayo de 2017, en casa del cura, adonde acudieron ambos para mantener relaciones sexuales. Cuando el sacerdote estaba practicándole una felación a su amante, éste, sin advertirle de ello ni pedirle permiso, grabó la escena completa con su teléfono móvil. Casi un mes después, el 6 de junio, le envió una serie de mensajes por Whatsapp en los que, además de incluir el vídeo para demostrar que lo que decía era cierto, le exigía 100.000 euros. De no hacerlo, le advirtió, difundiría el vídeo sexual y advertiría de sus inclinaciones sexuales «a todos sus familiares, así como a todos los contactos» que tiene en su página de Facebook, así «como al Papa», recoge la fiscal. Es más, llegó a enviar a varios familiares del sacerdote un wasap que rezaba: «Quieres un vídeo sexual de [...], pregúntale a él, si quiere que te lo envíe (sic)».

Llegados a ese punto, el sacerdote pidió la intercesión de un amigo, que hizo de mediador y pactó que le daría a su antiguo amante un primer pago de 50.000 euros y, al cabo de tres meses, otros 25.000. Fijaron la primera entrega para las 13.30 horas del 15 de junio en un histórico bar de la avenida del Puerto. Pero quienes llegaron, en realidad, fueron agentes de paisano de la Policía Nacional, que atraparon al chantajista antes de que llegara a ver uno solo de los billetes.

Para llegar al acuerdo previo a la vista oral, víctima y autor, que llegaron a convivir entre mayo de 2014 y febrero de 2015 (e incluso en algún otro momento posterior) y que mantuvieron el contacto telefónico cuando el acogido tuvo que irse a Alicante por trabajo, han accedido voluntariamente al servicio de mediación de la Ciudad de la Justicia. De los sucesivos encuentros tutelados en ese punto nació el perdón que evitará el juicio.