El hijo de la víctima de la viuda negra desmontó ayer en el juzgado el intento de ésta y de su cuidador por implicarle en el asesinato de su padre. El joven aportó al juez un certificado que acredita que la noche del crimen se encontraba trabajando en un restaurante en Guardamar, a más de cincuenta kilómetros del lugar en el que acuchillaron a su padre.

El crimen se produjo el 20 de agosto del año pasado en un aparcamiento al aire libre de la Albufereta cuando la víctima de 69 años murió apuñalada con un destornillador. Una policía fuera de servicio sorprendió a los dos sospechosos mientras iba paseando por la Cantera con un amigo y oyó los gritos de la víctima. Como presuntos autores materiales del crimen están en prisión Conchi M. V., de 49 años y que se había casado con el hombre asesinado quince días antes, así como el cuidador de ésta, Francisco P. O. de 58 años, que habría sido el autor material de las puñaladas. Aunque los dos se habían negado a declarar desde su detención, en octubre del año pasado solicitaron comparecer voluntariamente ante el juzgado. En esta declaración sorprendieron cuando involucraron en el asesinato a un hijo de la víctima.

Estas revelaciones jamás habían gozado de ninguna credibilidad para los investigadores y Conchi y su cuidador siguen siendo considerados los principales sospechosos. De hecho, el pasado julio ambos volvieron a ser trasladados de la cárcel a los juzgados para notificarles su imputación formal por el delito de asesinato con alevosía y ensañamiento, un trámite previsto en la Ley del Jurado en el tramo final del proceso. Aunque el proceso ya está en sus últimas fases y pronto el magistrado instructor emplazará a las partes para que presenten sus escritos, ayer accedió a la petición de las defensas de citar al hijo de la víctima después de haberlo rechazado en ocasiones anteriores por considerarla una prueba «innecesaria».

La comparecencia apenas duró cinco minutos y fue más el tiempo que se tardó en poner en marcha los sistemas de grabación del juzgado que el tiempo real de declaración. El abogado de la acusación particular, Aitor Prieto Razquin, aportó un certificado en el que se acreditaba que la noche del crimen se encontraba trabajando en un restaurante de Guardamar.

Otro de los puntos en los que se centraba la defensa es que este hijo fue la última persona con la que habló por teléfono la noche del crimen. El testigo ha asegurado que no recordaba la conversación pero sí que habían intercambiado algunos mensajes de Whatsapp. El magistrado no dio pie a que el interrogatorio fuera más allá y a que se tratara de criminalizar al testigo.

El abogado de la acusación expresó ayer su indignación por el hecho de que se trataran de hacer «investigaciones prospectivas» a personas ajenas a unos hechos que «han estado muy claros desde el principio».