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Paloma, una «musa del sexo» nómada

La brasileña vecina de Alicante recorría el país ofreciendo sus servicios y alquilaba habitaciones en casas de citas

La mujer transexual asesinada a puñaladas en Avilés, Paloma Barreto, de 38 años, era una conocida prostituta brasileña con domicilio en Alicante que recorría el país ofreciendo sus servicios. Mantenía además abiertos un sinfín de foros a modo de estrategia de marketing para captar clientes. Se presentaba como una diosa: «Si eres principiante te advierto que podrás engancharte a mí, seré tu musa». La Policía Nacional detuvo al presunto homicida en León y los amigos de Paloma Barreto claman justicia y piden que el crimen sea considerado violencia de género. Porque a Paloma la llamaron Everton al nacer, pero ella se sentía mujer.

Barreto clasificaba a los hombres como amantes, clientes, admiradores o fans. Se sentía especial, y lo era, a juzgar por quienes compartieron con ella momentos de intimidad y lo comentaron en foros. Esta brasileña residía en Alicante, pero recorría España de punta a punta ofreciendo sus servicios sexuales. En algunas web se definía como «escort», acompañante de lujo remunerada. Madrid, Orense, San Sebastián, Barcelona, Marbella... Tenía «llamadas» en casi toda la geografía peninsular. En Avilés le arrebataron la vida al asestarle al menos 15 puñaladas.

Su cuerpo, tantas veces fotografiado, se tiñó de sangrienta tragedia en un céntrico piso de Avilés. Lo encontraron el sábado, pero llevaba al menos dos días yacente. En el mar de las redes sus anuncios siguieron actualizándose de manera automática: «Soy diferente a lo habitual. Tengo unos encantos especiales, soy educada y con clase».

De su llegada a Avilés poco se sabe. Aunque algunos vecinos del barrio avilesino de Sabugo, cerca de donde ocurrió el trágico crimen, la conocían. Barreto se movía con el llamado «sistema de plazas», como denominan las prostitutas al trabajo mediante alquiler de habitaciones en casas de citas, que les permite moverse por toda la geografía española. El piso de la calle de La Cámara donde Paloma Barreto fue asesinada tenía varias estancias, y la brasileña había alquilado una de las habitaciones hace unos días en compañía de un hombre.

Los amigos de Paloma Barreto han mostrado su pesar en las redes sociales. Pasaron del «quién ha sido» al llanto, del miedo a la desolación. «Que ese asesino pague por lo que hizo», escribía una allegada a Barreto. Otra agregaba: «Amiga, no te lo merecías. Tú, una persona tan buena, sin maldad, siempre dispuesta a ayudar a la gente. Que se haga justicia, esto no puede quedar impune».

Paloma Barreto se vendía como una especie de «musa del sexo». En las redes sociales y webs de citas, se había erigido en toda una influencer en el mundo de la prostitución transexual, con decenas de seguidores, como prueban los numerosos foros abiertos en distintas páginas web. La brasileña se presentaba como una mujer «inolvidable». «Fui y soy la primera de muchos hombres, cuando me gustas te haré mío», escribía como mensaje de captación.

Algunos clientes también la describían como «una belleza» y la mayoría de los mensajes tienen el mismo punto final: «Repetiré». Cobraba setenta euros por un servicio de treinta minutos y cien euros por una hora.

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