El pasado sábado, la esperaba detrás de la puerta del aparcamiento, en la calle Felipe Moya. Un lugar desde el cual podía observarla sin ser visto. Había entrado gracias al mando a distancia que no le había devuelto después de acordar ambos una separación amistosa hacía una semana. Eran poco más de las 7 y media de la mañana y sabía que, como cada sábado, iría a recoger el coche para ir al trabajo. Limpiaba para una empresa que trabaja para una cadena de ropa en el centro comercial de l'Aljub y traía el único sueldo que entraba en esa casa desde hacía años pues él estaba parado desde hacía mucho.

"El caso de Elche nos produce una especial preocupación por las manifestaciones del autor"

María Asunción Pérez Ibarra, de 47 años, no sabía lo que le esperaba tras esa puerta y ni tuvo oportunidad de defenderse porque fue atacada por la espalda, así lo ha confesado su asesino. Primero un corte en el cuello, que le seccionó la carótida, y a consecuencia del cual cayó al suelo donde su agresor le dio, al menos, dos puñaladas. Pese a que intentó defenderse -de hecho presentaba marcas de lucha en su desesperación- estaba herida de muerte.

«He hecho lo que debía», se repetía a sí mismo intentando convencerse de haber acabado con la mujer que le dio su vida y dos hijos, de 17 y 21 años, que ahora se sienten huérfanos y han decidido ejercer la acusación particular. Esa frase para explicar lo que había hecho la ha repetido varias veces desde que salió con las manos ensangrentadas del garaje, incluso a los agentes de la Policía Local que llegaron al lugar, arrestándolo.

Reconstrucción

En tres ocasiones al menos, Pascual Mulero Candela, de 51 años, ha contado estos hechos con frialdad y casi sin parpadear. Primero, el pasado fin de semana en la Comisaría de Elche, acompañado por su abogado del turno de oficio, que ya ha dejado el caso; después, en el juzgado; y, más tarde, en el mismo aparcamiento durante la reconstrucción, trámite obligatorio en cualquier procedimiento de jurado, como es el caso, y que el instructor se ha quitado de enmedio. Sus hijos estaban en el piso a esa hora, viéndolo desde una ventana cómo llegaba conducido por la Policía y junto a la comisión judicial.

Quienes han estado junto a él insisten en que no tiene remordimientos por lo que ha hecho. En su declaración ha buscado como justificación a su horrible crimen los celos que tenía a su ya expareja. Pensaba que ella había conocido a otra persona y que eso había precipitado la decisión de romper el matrimonio. De hecho, durante los últimos días estuvo siguiéndola para ver si se encontraba con esa persona, siempre según su declaración. Pascual había vuelto a casa de su madre tras acabar la relación la pasada semana. El viernes por la noche no pudo dormir, cogió un cuchillo de la cocina, de mango negro que fue recuperado en la escena del crimen, y se marchó aún de noche al aparcamiento a esperarla. No fue a buscar una reconciliación ni tan siquiera una discusión, fue a terminar con su vida.

Es el tercer crimen machista en la provincia de Alicante este año y el quinto de la Comunidad Valenciana. Deja dos hijos destrozados y una familia que no entiende lo que ha ocurrido. El alcalde se ha interesado por los dos jóvenes de la pareja que el domingo acudieron al juzgado con una sola idea, dar poderes a un abogado para que los represente como acusación particular. La Generalitat Valenciana también ejercerá la acción popular. Todo está meridianamente claro y lo único que queda por saber en cuántos años de prisión le esperan. El hijo menor se quedará bajo la guarda y custodia de su hermano en un trámite que ha quedado en un segundo plano en estos momentos a la espera de enterrar a María Asunción hoy martes en Santa María, un templo de especial significación para esta familia.

Revuelo

El traslado ayer de Pascual Mulero a la Ciudad de Justicia se realizó bajo un enorme revuelo mediático. Llegó en un coche de la Comisaría de Elche y entró al subterráneo del edificio judicial donde a primera hora de la mañana se realizó la comparecencia. El juzgado de Instrucción 2, que realizó el levantamiento de cadáver el sábado, ya se había inhibido en favor del de Violencia contra la Mujer, que se ha hecho cargo de las diligencias.

Ante este órgano prestó declaración el asesino confeso, ratificándose en todo lo dicho en sede policial. A petición del fiscal, se solicitó su ingreso en prisión sin fianza y comunicada por un delito de asesinato. También se le retiró la patria potestad sobre su hijo menor. En la pareja no existían antecedentes por denuncias de malos tratos.