La Policía le creyó cuando presentó una denuncia por agresión sexual y la Audiencia también tras escucharla en el juicio. Un hombre de 52 años ha sido condenado a 12 años de prisión por violar en Alicante a una mujer a la que dijo tras la agresión sexual que si le denunciaba nadie le creería por ser una inmigrante «ilegal», según se recoge en una sentencia de la Sección Tercera. El tribunal le condena además a indemnizar a la víctima con 20.360 euros por las lesiones físicas, lesiones psíquicas y daños morales sufridos, ya que padece un estrés postraumático crónico y está en tratamiento.

Los hechos que declara probados la sentencia ocurrieron a última hora de la tarde del 15 de abril de 2018. El acusado, que ya había sido condenado anteriormente en nueve ocasiones por abusos sexuales, robos, agresión sexual y detención ilegal, puso un anuncio en una web ofertando un trabajo para una ayudante de cocina y limpieza en su cafetería de la calle San Pablo de Alicante.

La víctima, una joven venezolana de 26 años que había pedido asilo en España, rellenó el formulario que venía en el anuncio y el procesado la llamó el 15 de abril por la tarde y concertó una cita para realizar ese mismo día la entrevista en la cafetería.

La chica acudió en taxi a la cafetería y tras mantener la entrevista el acusado le indicó que iba a contratarla. A continuación acudieron a una tienda próxima para comprar productos de limpieza y regresaron a la cafetería.

Nada más entrar el acusado cerró la puerta y bajó la persiana con la excusa de que aún no tenía permiso de apertura y no quería tener problemas con la Policía.

Intimidades

Ambos se pusieron a limpiar el local y luego realizaron un descanso para tomarse un bocadillo, momento en el que el acusado comenzó a contarle intimidades. Le dijo que su mujer le había dejado por otro hombre y que confiara en él, además de plantearle que si se casaba con él le daría los «papeles».

La chica se sintió incómoda y le pidió al procesado que siguieran con las labores de limpieza. Acto seguido le indicó que iban a subir unas cajas a un altillo de la cafetería y cuando estaban arriba la agarró del cuello con las manos y la tiró al suelo. Según la sentencia, el acusado se puso encima de la joven mientras seguía agarrándola con fuerza del cuello y le decía «no grites, nadie te va a escuchar, quédate tranquila, porque si no tengo un cuchillo y te voy a matar».

La víctima se sintió indefensa y «como temía por su vida decidió no llevarle la contraria», lo que aprovechó el acusado para agredirla sexualmente. Cuando concluyó la violación la joven siguió llevándole la corriente para que se sintiera tranquilo y el hombre le invitó a una cerveza. Se pusieron a hablar y el acusado le preguntó si le iba a denunciar. Ella le aseguró que no y que se casaría con él, quien le contestó que «no podía denunciarle porque estaba ilegal».

En un momento de distracción envió mensajes por WhatsApp a unos amigos para que fuera con rapidez a buscarla y le dijo al procesado que había quedado con unos conocidos para que la recogieran a las doce de la noche. Sus amigos llegaron y una vez en el coche les contó lo ocurrido y acudieron a la Policía para denunciar la agresión sexual.

El tribunal destaca en el fallo la «alta peligrosidad» del acusado, quien pasó más de 20 años en prisión y un año después de salir libre volvió a reincidir.