Los forenses del Instituto de Medicina Legal de Alicante descartaron ayer que el acusado de matar a la hija de su vecina de 68 puñaladas sufriera brote psicótico alguno cuando cometió los hechos. Los informes periciales sobre el estado mental de Raúl M. T. el día del crimen centraron ayer la segunda jornada que un jurado popular enjuicia esta semana en la Audiencia de Alicante. Los psiquiatras del juzgado aseguraron que el acusado sí había sufrido brotes psicóticos en el pasado por su larga adicción a las drogas, «por lo que conoce cuáles son los síntimas y podría estar simulando que ese día tuvo uno». El acusado aseguró que escuchaba voces en su cabeza y sentía que alguien lo perseguía.

Africa Moreno murió asesinada de 68 puñaladas el 28 de marzo de 2018 cuando salía del ascensor con su madre de 92 años a quien había ido a recoger a casa de ésta en la calle Doctor Jiménez Díaz. El acusado admite al crimen y había tenido otros enfrentamientos con la familia de la víctima porque decía que la anciana, que era su vecina de arriba, hacía mucho ruido por la noche y no le dejaba dormir.

Los dos forenses, aunque no examinaron al acusado hasta tres meses después del crimen, señalaron que en los momentos inmediatamente posteriores al asesinato ni la policía, ni el juez, ni el médico que le atendió en un centro de salud detectaron que estuviera sufriendo brote psicótico alguno. «El médico le ve consciente y centrado cuando le llevan a atenderle después de que se autolesionara en los calabozos para que le trasladen al médico que le puede dar las pastillas que está reclamando», aseguró.

Los peritos sí señalaron que el acusado sí padece un trastorno de personalidad que se caracteriza por un carácter antisocial y falta de control de impulsos, además de un problema por adicción a las drogas durante más de 20 años. «En este tiempo de consumo de drogas sí ha podido sufrir algún brote de tipo esquizofrénico, pero eso no quiere decir que padezca esquizofrenia», aseguró el perito. Al no hacerle analítica alguna, los forenses no pudieron determinar si el acusado consumió cocaína el día del crimen, pero descartaron que estuviera sufriendo un brote psicótico.

La médico de la UCA discrepa

Las conclusiones de los forenses contrastan con la de los médicos presentados por la defensa, que sí respaldaron la posibilidad de que hubiera un brote psicótico. Entre ellos se encontraba la médico de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) que estuvo tratando a Raúl M. T. de su problema con las drogas desde 2005 y que llegó a recomendar su ingreso en un centro para tratar su adicción. Este ingreso no llegó a materializarse porque un mes después de la última consulta que tuvo con él se produjo el crimen. En esas consultas, la doctora aseguró que sí detectó «ideas delirantes» en el acusado, aunque no se le llegó a diagnosticar ni a producir su ingreso. El otro perito de la defensa, jefe de Psiquiatría del Hospital General de Alicante, aseguró que el acusado sí presentaba delirios psicóticos e incidió en que nunca había sido tratado de ellos mientras que siguió consumiendo drogas.

Los médicos que practicaron la autopsia señalaron que por separado pocas de estas puñaladas eran susceptibles de causar la muerte, pero a causa del elevado número de heridas y la pérdida masiva de sangre la víctima no podía sobrevivir a estas heridas

Tanto la Fiscalía como la acusación particular han mantenido que el acusado sea condenado a 25 años de prisión por el asesinato, aunque ambos le imputan también un delito de amenazas. Al padre del acusado se le imputa haber amenazado presuntamente a la madre de la fallecida en el portal ante la Policía.

El abogado de la defensa ha reclamado que Raul M. T. sea condenado a diez años de prisión por asesinato con las atenuantes de enfermedad mental y ha subrayado que el procesado padecía una enfermedad mental por su dependencia a las drogas.