«Los vecinos de la urbanización estaban aterrorizados y él se paseaba con actitudes chulescas». Así describía al acusado de matar a una mujer de 68 puñaladas el viudo de la víctima en el juicio por este crimen que arrancó ayer con un jurado popular en la Audiencia Provincial. La familia de la mujer asesinada tuvo que enfrentarse de nuevo al horror de este crimen en el que el móvil fue que el presunto agresor recriminaba a su vecina de arriba, de 92 años, que hacía mucho ruido. El acusado admitió el crimen ayer, pero adujo que fue fruto de un delirio por su adicción a la droga.

El presunto agresor, Raúl M. T., sorprendió a la víctima, África Moreno, de 58 años e hija de la vecina, a la salida del ascensor cuando ella se iba a comer con su madre para celebrar su cumpleaños tras pasar a recogerla a su casa en la calle Doctor Jiménez Díaz. El viudo y los dos hijos testificaron ayer protegidos con un biombo para no tener ningún contacto visual ni con el acusado, ni con su padre al que también se imputa un delito de amenazas. La madre, que ya tiene 93 años, no estaba en condiciones para testificar y se reprodujo la grabación de la declaración que prestó en su día en el juzgado.

El viudo de la mujer asesinada había tenido un percance con el hombre que mató a su mujer un año antes. «Mi mujer y yo estábamos hablando con otro vecino en el parking cuando apareció de repente y me dio un cabezazo», declaró ayer en el juicio. Unos días antes habían tenido otro incidente con él cuando subió a llamar a la puerta a reclamar que no hicieran ruido y el matrimonio estaba de visita en casa de la anciana. «Le dije que no podíamos ser nosotros porque acabábamos de llegar y que eran los de arriba que estaban con un taladro», aseguró. Días después, sufrió el cabezazo. Como consecuencia de esta agresión, el acusado fue condenado por un delito de lesiones. La víctima renunció a la indemnización porque «yo solo quería que recibiera tratamiento. Se paseaba pavoneándose por la urbanización y tenía a todo el mundo asustado». Hoy no renuncia a indemnización alguna y quiere que cumpla pena íntegra.

La familia de la víctima, que está personada como acusación particular a través de la abogada María José Juan Ros, reclama que, además de los 25 años de cárcel por el asesinato y los tres años por amenazas, el acusado no pueda entrar en Alicante durante 30 años.

En el juicio trascendió otra agresión a otro vecino hace diez años, a quien cortaron en el cuello con un arma blanca, aunque el acusado aseguró que por ese caso solo tuvo que declarar como testigo.

«He matado a alguien inocente»

Raúl M. T. admitió ayer haber sido el autor de las puñaladas pero adujo que había sufrido un delirio. Ayer restó importancia a todas las veces que habían subido a casa de la anciana, tanto el padre como el hijo, para decir que hicieran menos ruido. «El ruido no era el problema, eran las voces que oía en mi cabeza. No sabía lo que hacía, estaba en estado de shock y yo solo quería que me ingresaran en algún centro, pero los médicos me daban una pastilla y me mandaban a casa», aseguró. El acusado declaró que no recordaba nada de lo que pasó pero, con el tiempo, mientras estaba en la cárcel sin probar la droga, «me he dado cuenta de que he matado a una persona inocente». El procesado sostuvo que había perdido el control desde que murió su madre un año antes.

La Fiscalía sostiene que el acusado tiene un trastorno de personalidad por el abuso en el consumo de estupefacientes durante años pero que éste es imputable penalmente por estos hechos. En un momento del interrogatorio, el fiscal advirtió al acusado de que lo que describía era propio de una esquizofrenia y que ningún médico le ha diagnosticado esta enfermedad, a lo que el acusado se limitó a contestar «yo sé lo que oía». En la misma línea se expresó la acusación particular y subrayó que Raúl M. T. «tenía capacidad de discernir porque eligió a la víctima de menos edad, sabiendo que si agredía a la madre podría ser condenado a prisión permanente revisable».

El abogado de la defensa, Ricardo Martínez, señaló que, aunque se trata de un crimen «execrable» del que el acusado está arrepentido, la legislación marca la aplicación de los atenuantes y eximentes que correspondan.

Al padre del acusado se le imputa un delito de amenazas por haber dicho a la madre de la fallecida delante de la Policía que «teníamos que haberlo hecho antes, estamos hartos de vosotros, lo tenías que pagar y lo pagarás». Ayer declaró que estaba en shock y no recordaba haber dicho nada de eso. Según dijo, estaba durmiendo la siesta y le despertó su hijo lleno de sangre y diciendo «la he liado». El hombre aseguró que no se enteró de que la víctima estaba muerta hasta que llegó a Comisaría, pero rechazó haber amenazado a nadie. «Conozco a mi vecina desde hace más de veinte años y nunca he tenido un mal gesto con ella», aseguró.