La Audiencia de Alicante sentó ayer en el banquillo a un británico acusado de apuñalar al dueño de un local de ocio en la zona guiri de Benidorm por no querer servirle un chupito. La víctima le había pedido que se marchara de la cocina del local donde estaba trabajando y cuando se dio cuenta tenía uno de los cuchillos de cocina clavado en la espalda y que no se le pudo retirar hasta que dio el visto bueno el personal médico de la ambulancia del Samu que se desplazó para atenderlo. La Fiscalía y la acusación particular, que ejerce para el herido el abogado Alejandro Dapena, imputan al acusado un delito de intento de asesinato, por el que le reclaman once años de cárcel.

El acusado se acogió a su derecho a no declarar al inicio del juicio, aunque al final de la vista sí que quiso usar el turno de última palabra para pedir perdón a la víctima y a su mujer y decir que iba a pagar el dinero de la indemnización que se le reclamaba. Su abogado plantea que el acusado estaba afectado por el consumo de alcohol y drogas y que le parecía desproporcionada la acusación de intento de asesinato, reclamando que se le condenara por lesiones con la eximente de drogadicción.

Los hechos ocurrieron sobre las 16.15 horas del 14 de febrero del año pasado en un bar del Rincón de Loix de Benidorm. El acusado había trabajado ocasionalmente en el local y acudía frecuentemente como cliente al establecimiento. El herido era el propietario del local y el cocinero del mismo y aseguró que habían estado de bromas y chistes durante toda la mañana. «Tenía que empezar a preparar la comida y me metí para la cocina. Él se metió allí conmigo y le dije que se marchara porque estaba muy ocupado», aseguró al tribunal. Cuando se negó a seguir invitándole, ni siquiera discutió. «Me dí la vuelta y ya no estaba. Cuando fui a coger el cuchillo para cortar el pollo no lo encontré. De repente noté un dolor muy fuerte en la espalda y noté que empezaba a sangrar. Grité pidiendo ayuda», relató al tribunal.

Cuando la Policía Nacional llegó al establecimiento, la víctima estaba siendo atendida por los sanitarios y tenía el cuchillo clavado en la espalda. Con los datos que se les facilitó en el local sobre el presunto agresor, los agentes fueron al domicilio del sospechoso para detenerle pero no estaba allí. Su compañera le llamó por teléfono con el manos libres y ñe dijo que estaba muy asustado porque acababa de tener una trifulca muy fuerte en el bar. Los agentes pudieron finalmente detenerle. El acusado estuvo más de cinco meses en prisión preventiva.

Aunque la cuchillada no llegó a afectar a los pulmones, las acusaciones entienden que ésta tenía un carácter homicida e iba dirigida hacia una zona vital. El hecho de haberse producido por la espalda indicaba que se había intentado eliminar cualquier posibilidad de defensa de la víctima, por lo que se tratraba de un asesinato intentado. Las acusaciones también descartaron aplicar atenuante alguno por embriaguez o drogadicción, al entender que el acusado era consciente de lo que había hecho. Desde la defensa se insistió en que se trataba de unas lesiones y que en las condiciones en las que estaba el acusado no había posibilidad de que la puñalada fuera más profunda.