La Audiencia de Alicante ha condenado a penas que suman quince años de prisión a un vecino de Elche que extorsionó a su expareja, que sufre una discapacidad intelectual, con un vídeo sexual. Aunque nadie llegó a ver esas imágenes, ante el temor de él se lo enseñara a sus familiares o a su nuevo novio acabó cumpliendo todo lo que él le pedía. La víctima llegó a acceder a tener relaciones sexuales con él, e incluso le hacía entregas periódicas de dinero, que llegaron a los 700 euros. La víctima llegó a suscribir un préstamo de más de 1.000 euros con una agencia de créditos rápidos para que el acusado pudiera comprarse un teléfono móvil de alta gama. El caso ha sido enjuiciado por la sala de la Audiencia especializada en casos de violencia machista.

Acusado y víctima habían mantenido una relación sentimental durante diez meses que había finalizado en el año 2010. La sentencia declara probado que el acusado se aprovechó de la discapacidad psíquica de su expareja (de un 39%) para decirle un número indeterminado de veces desde que acabó la relación que si no mantenía relaciones sexuales con él iba a mostrar a los familiares de ella las fotos y los vídeos que conservaba de ella. Ante el temor de que él cumpliera la amenaza, se vio obligada a tener que acostarse con él, llegando a penetrarla tanto vaginal como analmente.

La Audiencia Provincial ha considerado los hechos como un delito de violación, dada la especial vulnerabilidad que tenía la víctima. La sentencia señala que ésta es una persona «con un escaso grado de protección ante el abuso debido a su discapacidad intelectual y por ello puede ser dañada con relativa facilidad, como es el caso, tanto en su integridad sexual como en su esfera patrimonial».

El tribunal considera que el procesado llegó a admitir los hechos que constituirían el delito de extorsión durante el juicio. El acusado dijo que no tenía vídeos de carácter íntimo pero, según su versión, le dijo que las tenía, aunque no fuera verdad y, bajo la misma presión le pidió en dos ocasiones 700 euros que no le devolvió, porque tenía un hijo con otra mujer que había conocido durante el tiempo que había vivido en otra provincia, y no tenía dinero para devolverlo.

Contradicciones del acusado

El hombre alegaba que cuando amenazó a la víctima con enseñar las fotos a su novio actual era para que viera que le era infiel y no con otra finalidad. El tribunal incide en las contradicciones en las que incurre el acusado porque nada más empezar el juicio aseguró que no sabía que ella tenía novio.

La formadora laboral que trabajaba con la víctima y la psicóloga que la asistió fueron quienes descubrieron los abusos, al empezar a sospechar por los cambios que habían detectado en ella.

El fallo relata que la víctima «estaba atemorizada, su discapacidad intelectual le impedía o le dificultaba solucionar el conflicto, ante el temor o el impacto que la revelación de estas supuestas imágenes pudiera tener». Para la afectada, la amenaza era real y el temor que le generaba hacía que cumpliera con todas las exigencias de su expareja. La víctima nunca llegó a ver estas supuestas imágenes íntimas pero sí que estaba convencida de que él las tenía «porque cuando mantenían relaciones, él se las hacía con el móvil y se lo decía (...), lo que le generó un temor racional», según la resolución.

La sala considera, en cambio, el delito de violación como simple y no continuado debido a que la víctima no pudo precisar el número de veces que había mantenido relaciones con él. «Como es obligado en Derecho Penal, la duda se despeja en favor del reo», argumenta el fallo. Lo mismo ocurre con las entregas de dinero, que al no haber podido concretarse la cuantía de lo pagado. La Fiscalía pedía quince años de cárcel por la violación, pena que el tribunal deja en doce años debido a este motivo. El fallo le impone otros tres años más por la extorsión.

La sala señala que la perjudicada es una persona «especialmente vulnerable», «con limitaciones evidentes pues durante mucho tiempo ni siquiera sabía que estaba siendo víctima de los abusos del acusado, carece habilidad para poner fin a la situación delictiva y, de no haber encontrado los apoyos necesarios, queda paralizada por el terror infundido por el autor de los delitos(...) que era conocedor de las limitaciones y se aprovecha de ellas».