Las dos facciones implicadas en un ajuste de cuentas en Benidorm que se saldó con un muerto y un herido ofrecieron ayer versiones totalmente opuestas de los hechos durante sus declaraciones en la segunda jornada del juicio. Mientras que los dos acusados de los apuñalamientos, un padre y su hijo de nacionalidad colombiana, mantuvieron que sus rivales habían tratado de estafarles en la compra de unos televisores, los ciudadanos de Mali sostuvieron que habían ido a comprar medio kilo de cocaína y que fueron atacados cuando pretendieron marcharse de la casa al desconfiar de los colombianos. Es la primera vez que hablan de compra de droga, algo que hasta ahora no habían hecho «por miedo», según dijeron.

Los hechos ocurrieron el 26 de noviembre de 2015 en una urbanización del Rincón de Loix de Benidorm. Uno de los ciudadanos africanos falleció y otro resultó herido en la reyerta. La fiscal pide 32 años para cada uno de los dos acusados por las puñaladas. La defensa de los dos colombianos, el abogado Aitor Esteban Gallastegui, acusa a los ciudadanos de Mali de estafa, robo con violencia y lesiones y pide cerca de once años.

Los dos malienses, que están representados por las letradas del turno de oficio Verónica Yáñez y Belén García Espasa, aseguraron que fue el fallecido quien les propuso ir desde Cataluña a Benidorm para ayudarle en la compra de la cocaína por 16.000 euros. Según explicaron, a su amigo le habían robado tantas veces que buscaba que ellos le hicieran de guardaespaldas. Tras pasar por un intermediario, acabaron en casa de los acusados. Según su versión, el incidente comenzó cuando empezaron a desconfiar porque los colombianos les exigían el dinero pero no enseñaban la droga. Al ir a marcharse uno de ellos, fue atacado por el padre del otro acusado que les esperaba escondido en el pasillo con un cuchillo, apuñalando a dos mientras huían de la casa. La víctima mortal perdió la vida por la pérdida masiva de sangre cuando se encontraban en Altea. La Fiscalía sostiene que el ataque fue una emboscada y por eso acusa por asesinato.

Por su parte, los dos colombianos aseguraron que actuaron para defenderse de un ataque en su casa. El padre, presunto autor material de las cuchilladas, aseguró que estaba en la cocina preparándose un bocadillo cuando oyó a su hijo pedir auxilio. Al entrar en el salón, los intrusos le rociaron con gas de pimienta en los ojos mientras otro le apuntaba con una pistola, según su versión, a lo que añadió que a ciegas movió el cuchillo para repeler a sus atacantes que se marcharon de la vivienda pasándole literalmente por encima y llegó a quedar inconsciente al golpearle con la pistola en la cabeza.

Su hijo aseguró que había quedado con los malienses para venderles unos televisores de última generación, quienes contactaron con él a través de un anuncio en una web. En la casa se dio cuenta de que el sobre con el dinero que le dieron para el pago estaba lleno de recortes de periódico. Según su versión, al ser descubiertos se pusieron violentos y sacaron una pistola, por lo que, por miedo acabó saltando por la ventana a la calle desde cinco metros de altura, rompiéndose un tobillo y un brazo.

Las declaraciones de los vecinos no arrojaron mayor luz sobre estas versiones de los hechos, ya que, aseguraron que no vieron nada. Tampoco escucharon gritos, sólo el estruendo de una pelea y la huida de personas de raza negra dejando un reguero de sangre en el suelo. Una vecina de Altea que avisó a la Guardia Civil aseguró que vio a los dos malienses meter en el maletero el cuerpo desvanecido de su compañero.