La Fiscalía ha rechazado que se aplique atenuante alguno para el acusado del crimen de Villafranqueza y ha mantenido su petición de 23 años de cárcel para el acusado. El representante del Ministerio Público descartó que el acusado pueda tener alguna rebaja en la condena por enfermedad mental. Aunque los forenses mantuvieron su informe de que el acusado padece un trastorno de tipo paranoide, las acusaciones subrayaron que el procesado era perfectamente consciente de lo que hacía y que esto era un rasgo de personalidad sin incidencia en su responsabilidad penal. «Se trató de un asesinato planificado y no el fruto de un delirio», aseveró. Por su parte, el letrado de la acusación particular, José Manuel Sánchez Ibarra, reclama 25 años de cárcel, la pena máxima, por asesinato con alevosía y ensañamiento.

El juicio ha terminado este jueves con la misma tensión con la que arrancó el lunes en la Audiencia de Alicante en una sala abarrotada de familiares y amigos del fallecido. Tensión que iba en aumento cuando se vieron las imágenes de la autopsia o cuando el acusado interrumpió durante sus informes finales al fiscal y a la acusación particular. La propia defensa del acusado hizo su alegato final casi llorando, mientras parte del público la increpaba. La letrada Raquel Sánchez consideraba que si los forenses habían detectado una enfermedad mental procedía una atenuante porque el acusado es «semiimputable». Basándose en las atenuantes, la defensa reclamó una pena de ocho años de cárcel por homicidio, pena que indignó al público. Hoy el jurado popular empieza a deliberar el veredicto.

La tensión acumulada tras una sesión de casi cinco horas terminó de estallar cuando el acusado ejerció su derecho de última palabra para manifestar que le hubiera gustado decir a la madre del fallecido que lo sentía mucho. En ese momento el público estalló y empezó a insultarle mientras la Policía se lo llevaba al furgón de vuelta a la prisión. Ya en la calle siguieron insultándole mientras le trasladaban. Algunos de los concentrados aseguraron que el acusado les provocaba lanzándoles besos mientras se lo llevaban.

Los forenses psiquiatras ratificaron durante la vista que el acusado padecía un trastorno de personalidad cluster tipo A. Los forenses consideraron que el acusado era «una bomba de relojería» con problemas de control de impulsos y arranques violentos. «En su casa se enfadaba con su madre hasta cuando se cruzaba con ella por el pasillo», aseguró el forense. A juicio del perito, en las semanas anteriores al crimen tuvo una rumiación paranoide continúa que acabó desencadenando el crimen. De acuerdo con el testimonio de los forenses, el acusado comenzó a obsesionarse con la idea de que la víctima había intentado envenenar a su perro haciéndole tragar una piedra. «Fue rumiando esa idea hasta que un día tuvo una explosión mental que le hizo cometer el crimen», explicó. Los forenses explicaron que el acusado se negaba a someterse a tratamiento. Por su parte, el psiquiatra de Fontcalent descartó la existencia de patologías psiquiátricas.

El asesinato se produjo la tarde del 25 de febrero de 2017, mientras la víctima se encontraba viendo un partido de fútbol con dos amigos en un pub de Villafranqueza. El acusado le abordó por la espalda con un cuchillo de monte y comenzó a apuñalarle, hasta que finalmente le degolló en la salida del local. Los forenses que le hicieron la autopsia señalaron que el cadáver presentaba diez puñaladas. Todas salvo una en el brazo eran mortales por necesidad y dos de ellas eran «incompatibles con la vida», la del corazón y la del degollamiento, por lo que no se hubiera podido hacer nada por salvar la vida del joven.

Confesión

Tanto el fiscal como la acusación particular rechazaron que el acusado colaborara con la Policía en la investigación del crimen. La defensa sostenía que éste fue arrestado cuando se disponía a entregarse y que condujo a los agentes al lugar donde arrojó el cuchillo. En cambio, las acusaciones dicen que el agresor estaba identificado tras el crimen y que iban a detenerle. Sólo dijo dónde estaba el cuchillo porque pensó que podría beneficiarlo, señalaron.