La Audiencia de Alicante ha impuesto penas que suman 25 años de cárcel a un británico que intentó matar a martillazos a su mujer y a su hijastro en Dénia, según la sentencia a la que ha tenido acceso este diario. El fallo declara probado que el acusado de 73 años intentó matar a golpes al hijo de su pareja sentimental, de 21 años, la mañana de 16 de abril de 2017 mientras éste dormía y para tratar de evitar que pudiera defenderse. Por su parte, la mujer resultó lesionada durante el forcejeo para evitar que su expareja siguiera agrediendo a martillazos a su hijo. El fallo descarta que el acusado cometiera la agresión tras haber sufrido un ataque psicótico y considera que no hay circunstancias que atenúen su responsabilidad en los hechos. La Sección Primera de la Audiencia, que está especializada en violencia de género, asegura que los golpes tenían intención de causar la muerte, ya que iban dirigidos a la cabeza en los dos casos. El hombre fue arrestado con el martillo ensangrentado en la mano al acudir la Policía a la vivienda alertada por los gritos de los vecinos.

La sentencia le condena a 14 años y medio de cárcel por intento de asesinato, siete años y seis meses por tentativa de homicidio, un año y tres meses para cada uno de dos delitos de amenazas y tres meses por maltrato de obra. El fallo no ha considerado probados otros delitos por los que se le acusaba también, como malos tratos habituales físicos y psíquicos durante los diez años que duró la relación, así como también le absuelve de otras amenazas que habría hecho a sus víctimas en los momentos posteriores a su arresto, donde les habría dicho que volveria para acabar con ambos. La sentencia les impone una orden de alejamiento respecto del joven y de su expareja de 24 y 19 años respectivamente y fija indemnizaciones que suman 39.000 euros para ambas víctimas.

El fallo considera probado que el acusado había tenido una discusión con su exmujer y el hijo de ésta, nacido de una relación anterior, mientras se encontraban en el piso de Dénia al que acababan de trasladarse desde Inglaterra para establecerse definitivamente. En esa discusión les dijo a los dos que no estaba contento con el matrimonio, que iba a acabar muy mal y que los iba a matar a los dos. Del miedo que tenían tras estas amenazas, madre e hijo acabaron durmiendo juntos en la misma habitación colocando cajas pesadas para bloquear la puerta y guardando un palo de metal bajo la almohada, continúa relatando la sentencia. A la mañana siguiente, aprovechando que su mujer estaba lavándose los dientes en el baño, el acusado aprovechó para entrar en la habitación y atacar al joven a martillazos, que seguía durmiendo y, por lo tanto, no tenía ninguna posibilidad de defenderse. Al escuchar los ruidos, la mujer volvió al dormitorio y se abalanzó sobre el acusado para proteger a su hijo, manteniendo un forcejeo, mientras éste intentaba golpearla con el martilla en la cabeza en varias ocasiones. Finalmente, madre e hijo consiguieron salir del domicilio y pedir ayuda a los vecinos.

El acusado, que estaba en prisión provisional por estos hechos, adujo que no sabía lo que había pasado y que sólo recuerda estar en la casa tras haber sacado a pasear al perro y estaba parado con el martillo en la mano, mientras su mujer intentaba quitárselo. Los magistrados descartan totalmente esta versión para destacar la premeditación con la que actuó el acusado, pues "fue capaz de cerrar toda la casa para que nadie le oyera, esperar a que se levantara su mujer y saliera de la habitación, disimular con sacar al perro para que ella no le siguiera y entrar en la habitación sin hacer ruido". La sentencia recoge también los informes psiquiátricos que descartaban que el acusado padeciera trastorno alguno que impidiera al acusado decidir libremente su conducta.