En plena convulsión social por el proceso y la condena a cinco jóvenes por abusos sexuales en grupo en los Sanfermines de 2016, la tristemente conocida como La Manada, tres hombres eran detenidos en Alicante por su presunta implicación en unos hechos similares en los que habrían participado al menos cuatro.

Casi un año después de este suceso, que presuntamente ocurrió en una vivienda próxima a la Explanada propiedad de los padres de dos de los arrestados, el único encarcelado por estos hechos fue puesto en libertad con cargos apenas tres meses después, otro de los supuestos implicados se marchó de España y no ha sido localizado, un quinto que tendría alguna relación colateral ni tan siquiera ha sido identificado y los dos hermanos detenidos junto al primero tienen que venir una vez al mes desde Argelia, donde viven, para comparecer ante la magistrada Belén Gutiérrez, instructora de esta causa.

Una juez que acaba de rechazar la propuesta de fijar una fianza para ellos a cambio de evitar los desplazamientos desde su país (lo que les ha supuesto hasta el momento un quebranto de cerca de más de 4.000 euros contabilizando los viajes de los dos hermanos que ya han comparecido en diez ocasiones) y cuya decisión acaba de recurrir ante la Audiencia la defensa de ambos, que ejerce el bufete Ferrer Pallás.

«Colaboración activa»

En su recurso de apelación, el representante legal de los dos jóvenes pone especial énfasis en el hecho de que después de un año de instrucción, y de haber tenido que declarar la causa compleja para evitar su prescripción, «no exista indicio inculpatorio alguno» contra ellos, de quienes asegura que ni tan siquiera fueron reconocidos por la denunciante en la rueda fotográfica y cuya «colaboración con la Policía ha sido total y activa desde el principio».

La chica de 19 años, quien asegura haber sufrido tres agresiones sexuales con anterioridad a la que ahora se está investigando (dos de ellas en Ecuador, su país), declaró que conoció a un hombre en un local del Puerto de Alicantecon el que se marchó a una casa en la que había otros tres, y que todos abusaron de ella, aunque en alguna de sus declaraciones habla de cinco.

Un relato que refrenda su letrada frente a la postura de la defensa de los hermanos, que destaca las contradicciones en las que incurren tanto la víctima como la amiga que la acompañaba aquella noche del 14 abril del año pasado. Como que en una de sus declaraciones la denunciante afirmara que todos estaban desnudos mientras que en otra precisó que llevaban ropa, además de no ser coincidentes tampoco sus relatos de cómo se produjeron las agresiones. El abogado hace hincapié en el informe de la médico forense que la asistió tras la supuesta agresión. Una exploración que no halla «signos aparentes de la violación múltiple denunciada» y que concluye que «no se aprecian lesiones ni en los genitales externos ni en los internos». Tampoco los sucesivos informes del Instituto Nacional de Toxicología «han podido acreditar la existencia de restos biológicos que incriminen a los hermanos», recoge el recurso.

Entre los datos que también hace saber a la Audiencia, el abogado cita la declaración del supuesto novio de la chica. Un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado cuya relación con la joven no la sitúa en esos mismos términos de compromiso sentimental, que la define como «teatrera» y quien en sede judicial reveló que el día antes de la supuesta agresión la chica le dijo que «si era violada entre tres o cuatro, eso no eran cuernos o infidelidad», y que las víctimas de violencia de género extranjeras podían conseguir «papeles, trabajo y una paga», según el testimonio del agente, quien precisó que esa misma noche del 14 de abril la joven le responsabilizó de lo que pudiera ocurrirle molesta por su negativa a salir con ella.

El recurrente califica las manifestaciones del agente de «absolutamente reveladoras» además de «trazar el perfil de la denunciante permitiendo entender cuál es su esquema mental y la secuencia denunciada posteriormente».

Mensajes y llamadas

El informe de la Policía revela más de veinte mensajes de WhatsApp y audios a su amiga, a sus compañeros de piso y al agente mientras supuestamente estaba siendo violada llegando incluso a mantener una llamada de cinco minutos. La chica relató que después de la presunta agresión, la ducharon, volvieron a ponerle la ropa y el hombre con el que llegó a casa la acompañó a la calle, momento en que salió corriendo y cayó al suelo. La joven presentaba lesiones en las rodillas.

El taxista: «Eran como una pareja de novios»

Entre los testimonios con que cuenta la juez para esclarecer los hechos está el del taxista que llevó a casa a la amiga de la denunciante cuando ésta se marchó con el hombre que luego fue encarcelado. El taxista aseguró ante la instructora que ambos «parecían una pareja de novios», que no vio «ni coacciones» ni «nada extraño» y que incluso la chica metió la mano en el bolsillo del pantalón del chico y sacó un billete de 20 euros con el que le dijo que se cobrara quince por una carrera que él le aseguró que iba a costar más de siete euros.