La Guardia Civil sospechó desde el principio que la desaparición del irlandés Carl Aidan Carr, de 38 años, el pasado septiembre en Orihuela Costa no fue voluntaria y los intentos de los implicados por borrar huellas y no ser descubiertos solo han retrasado algo más de cuatro meses su captura y encarcelamiento, el tiempo que han necesitado los investigadores para identificar a los sospechosos y descubrir el cadáver de la víctima, que fue enterrado al día siguiente del crimen en el paraje arbolado de Hoya Serrano en Rojales, un lugar localizado gracias a los datos aportados por testigos. El cuerpo del irlandés desaparecido estaba cubierto con un plástico dentro de una fosa donde ningún curioso podía descubrirlo. Junto al cuerpo había dos garrafas vacías de lejía que presuntamente usaron para limpiar la escena del crimen y borrar restos de sangre en el vehículo usado para trasladar el cadáver. Pese a sus esfuerzos de limpieza, la Guardia Civil ha recabado muestras en el domicilio de Torrevieja y en el coche que incriminan a los implicados.

La autopsia ha confirmado que murió a golpes y la Guardia Civil ha intervenido al presunto homicida un puño americano que presumiblemente utilizó para apalear hasta la muerte a la víctima en un ataque de «celos» o «triángulo amoroso», después de enterarse de que había mantenido relaciones con su expareja y madre de su hijo.

Investigación

El teniente Francisco Javier Balsalobre, jefe de la sección de Investigación Criminal de la Comandancia de Alicante, explicó ayer en rueda de prensa el desarrollo de las pesquisas abiertas tras la denuncia que presentó la novia del fallecido ante la Guardia Civil de Pilar de la Horadada el pasado 20 de septiembre, tres días después de ver por última vez a Carl Carr. Hasta entonces, el fallecido hablaba a diario por teléfono con ella, una peluquera que reside en la Vega Baja, y con sus dos hijos en Irlanda.

Dicho contacto se cortó tras la madrugada del 17 de septiembre y la Guardia Civil centró sus pesquisas en el entorno de Carl para reconstruir su vida, en concreto en su compañero de piso y en varias mujeres que le acompañaron la noche de su desaparición. En lo único que coincidieron los testigos fue en declarar que estuvieron tomando copas, primero en Orihuela Costa y luego en Torrevieja. Las diferencias surgieron al explicar cómo fue el regreso a la casa de la urbanización La Siesta de Torrevieja donde vivían el presunto homicida y la víctima.

El oficial responsable del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil señaló que los testigos trataron de despistar a los investigadores vinculando el caso a los antecedentes por tráfico de drogas de la víctima y describiéndole como una persona peligrosa que normalmente se metía en peleas y problemas. Las sospechas aumentaron cuando la novia del fallecido advirtió a la Guardia Civil de que el compañero de Carl no le dejaba entrar en la casa. Ella se asomó por una ventana y vio que la habitación de Carl estaba «demasiado bien recogida y desprendía un fuerte olor a lejía».

Como ha informado ya este diario, un juzgado de Orihuela inició las pesquisas pero cuando se averiguó que el crimen fue cometido en la urbanización La Siesta el caso lo asumió el juzgado de Instrucción número 2 de Torrevieja. El juzgado oriolano continúa instruyendo un caso de extorsión donde se investiga al presunto homicida y a su expareja, delito sobre el que no ofrecieron ayer más detalles al estar abierta la investigación.

Las intervenciones telefónicas y los datos por una persona del entorno de Carl que se marchó de España permitieron averiguar el desarrollo de los hechos y el pasado miércoles la Guardia Civil registró dos casas y la habitación de un hotel y detuvo al presunto homicida y a tres presuntos encubridores, un español que le ayudó a enterrar el cadáver, su expareja y su actual compañera sentimental. En casa de la pareja del agresor se intervino una pistola del calibre 9 mm.

Además de las cuatro personas encarceladas desde el sábado, la Guardia Civil detuvo a una mujer inglesa por falso testimonio al tratar de dar una coartada a otros implicados y la dejó en libertad.

La subdelegada del Gobierno, Araceli Poblador, acompañó ayer a los mandos de la Guardia Civil en la rueda de prensa y felicitó a los investigadores por el trabajo realizado. También intervino el jefe accidental de la Comandancia, el teniente coronel Francisco Rodríguez, quien destacó las dificultades de una investigación que ha concluido con éxito y señaló que las claves del caso han sido las manifestaciones de testigos y sus incongruencias, la cooperación internacional y la reconstrucción minuciosa de los hechos en los momentos previos a la desaparición.

Rodríguez elogió además el trabajo impecable del Grupo de Homicidios de la Policía Judicial, la Policía Judicial de Pilar de la Horadada, el Laboratorio de Criminalística de la Comandancia y el Equipo Central de Inspecciones Ocultares de la Guardia Civil en Madrid.