El ciudadano irlandés de 38 años Carl Aidan Carr, que desapareció hace más de cuatro meses en Orihuela Costa y cuyo cadáver fue desenterrado la semana pasada en un paraje de Rojales, convivía con el presunto autor material del crimen, un compatriota de 31 años, en un piso de Torrevieja y precisamente fue en dicha vivienda donde supuestamente se cometió el crimen. Así lo creen los investigadores de la Guardia Civil, que hoy han explicado el desarrollo de la denominada operación «Malarky» y han confirmado que la agresión fue por "celos o por un triángulo amoroso". Como informó este diario el pasado fin de semana, la Guardia Civil detuvo a cinco personas por la muerte a golpes de Carl Carr, de las cuales cuatro pasaron a disposición judicial y una quedó en libertad acusada de falso testimonio.

La magistrada titular del juzgado de Instrucción número 2 de Torrevieja, Juana López, levantó ayer el secreto de sumario una vez han concluido las pesquisas del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil de Alicante.

Las cuatro personas que pasaron a disposición judicial en Torrevieja el pasado sábado ingresaron en prisión y tres de ellas están acusadas inicialmente de encubrimiento.

El presunto autor material del crimen es un ciudadano irlandés llamado Wayne P. W., mientras que las otras tres personas encarceladas son un ciudadano español que presuntamente ayudó al acusado del crimen a enterrar el cadáver en un paraje de Rojales y las dos mujeres son la actual compañera sentimental de Wayne y su expareja.

El único español apresado en la operación podría ser acusado finalmente de cooperador necesario y no únicamente de encubrimiento, aunque todo depende del desarrollo de las pesquisas. Este detenido habría ayudado presuntamente al presunto autor material del crimen para deshacerse del cadáver y enterrar a la víctima en un paraje de Rojales. El cuerpo fue trasladado en un vehículo donde la Guardia Civil habría localizado restos que demuestran que fue usado para trasladar el cadáver del fallecido.

Sin relación con las drogas

La madre de Carl Carr ha explicado en medios de comunicación irlandeses que la muerte de su hijo, con antecedentes por narcotráfico, no está relacionada con las drogas. La madre ha asegurado que los investigadores le han asegurado que el origen de la disputa que acabó con la muerte de su hijo fue un «triángulo amoroso».

En este sentido, la investigación de la Guardia Civil apunta a que el presunto homicida se enzarzó en una pelea a puñetazos con Carl Carr en la vivienda donde vivían en la urbanización La Siesta de Torrevieja. La disputa se originó porque Wayne acusaba a su amigo de haber mantenido una relación con su entonces pareja sentimental, una de las dos mujeres ahora encarcelada por encubrimiento.

La madre del fallecido ha declarado también en la prensa irlandesa que su hijo siempre le decía que era «un amante, no un guerrero».

La otra mujer encarcelada por la juez de Torrevieja es la actual compañera sentimental de Wayne y además del delito de encubrimiento del crimen está investigada por tenencia ilícita de armas por una pistola que intervino la Guardia Civil en su domicilio. Además, el presunto homicida y su expareja están investigados por una presunta extorsión en un juzgado de Orihuela que fue quien inició las pesquisas por la desaparición de Carl Carr a mediados de septiembre. Una novia del fallecido fue la que denunció su desaparición y pidió ayuda a través de las redes sociales.

La subdelegada del Gobierno, Araceli Poblador, ha comparecido hoy en la rueda de prensa junto con los mandos de la Guardia Civil y ha elogiado a los investigadores por el trabajo realizado en este caso y su labor constante contra el crimen organizado. También ha intervenido el jefe accidental de la Comandancia, el teniente coronel Francisco Rodríguez, quien ha destacado las dificultades de una investigación que ha concluido con éxito. Rodríguez ha señalado que las claves del caso han sido las manifestaciones de testigos y sus incongruencias, la cooperación internacional, la reconstrucción minuciosa de los hechos en los momentos previos a la desaparición y el trabajo impecable del Laboratorio de Criminalística de la Comandancia y de una unidad especializada que se desplazó desde Madrid.