El Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, que condenó por delito de asesinato a la pena de 19 años de prisión a Luis Serrano, quien asestó una puñalada en el corazón a su propio hijo Julen, de 13 años, en diciembre de 2011 como respuesta a la petición de su mujer de pedir el divorcio.

En la sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado expresidente de la Audiencia de Alicante Vicente Magro, se declaró probado que el acusado, «como venganza contra su esposa», por la decisión de ésta de divorciarse, clavó a su hijo en el corazón, con la intención de matarle, un cuchillo de una hoja de 11 centímetros de longitud y 2 centímetros de anchura, produciéndole una herida que le causó «un shock cardiogénico y un taponamiento cardíaco que, tras varios minutos, le produjo la muerte». El ataque fue «repentino e inesperado, sin que el menor tuviera oportunidad alguna de defenderse».

El alto Tribunal destaca «la especial gravedad del acto de matar a su propio hijo, y ello asociado, como motivación específica, a la decisión de su mujer de querer divorciarse, lo que implica un acto de gran maldad y perversidad por la que el condenado quiso dirigir su venganza al hijo común con la circunstancia de querer vengarse de ella».

La Sala de lo Penal añade que esta forma de actuar supone «un mensaje de propiedad que se quiere evidenciar en estos casos del hombre sobre la mujer, y que se están produciendo con frecuencia en unos escenarios de una crueldad y maldad sorprendente de matar a sus propios hijos para vengarse de su mujer».

«Y ello, cuando en el seno de la pareja ésta le comunica a su pareja la decisión de querer divorciarse y, ante los intentos del agresor de convencerla para que no lleve a término el divorcio, es, ante su no aceptación por ella, lo que conlleva que el condenado manifieste su venganza, nada menos que matando con un cuchillo de una manera sorpresiva e inesperada a su propio hijo», afirma.

Esta actuación supone, según explica el tribunal, «un grave acto antinatura de gran perversidad y rechazo por la circunstancia de matar a su propio hijo, por querer vengarse de la decisión de su mujer y madre del niño de querer divorciarse». «Se busca, con ello, causar el máximo dolor a la mujer como respuesta por la decisión de querer recuperar una libertad ante el desarrollo de una relación de pareja que ella no desea continuar», asegura la resolución del Alto Tribunal.