Massimiliano Caprecci, un joven arquitecto italiano; Javier Gabrielle Sánchez Butterini, otro transalpino ingresado en fase terminal en el Hospital La Fe de València; Aleix Capdevila, un apuesto catalán; y Marc J. B., el último en ser suplantado para, en su caso, enviar mediante una aplicación mensajes amenazantes a la exnovia de éste desde su supuesto teléfono móvil. Estas son algunas de las identidades falsas con las que Beatriz M. M., la presunta abusadora de las citas a ciegas detenida nuevamente por usurpación de estado civil y denuncia falsa, atraía presuntamente a chicas veinteañeras y las mantenía cerca de ella con todo tipo de subterfugios.

Julia, una de sus supuestas víctimas y a quien también llegó a suplantar para alejarla de sus amigas y aislarla completamente de su entorno, relata cómo la conoció a través de una de estas identidades imaginarias que realmente correspondía a un ´instagramer´ de origen italiano con 455.000 seguidores. Fue en abril de 2017 cuando la joven de 23 años contactó a través de esta red social con un perfil falso a nombre de un arquitecto llamado Max, atraída por las fotografías del modelo. Detrás de este perfil estaba supuestamente Beatriz.

«Nos intercambiamos los teléfonos, era una voz de hombre y hablaba italiano perfectamente», explica la afectada, quien se siente «estúpida por no haberme dado cuenta antes». Sobre cómo podía fingir la voz de un varón, la joven todavía no llega a explicárselo. Desconoce si contaba con algún tipo de cómplice, usaba un programa para simular una voz varonil o simplemente era ella capaz de modular su dicción al hablar como si se tratara de un hombre.

Al poco tiempo de entablar estas conversaciones, el supuesto arquitecto italiano, que decía estar enfermo de leucemia pese a que en las fotografías que seguía colgando en su perfil no lo aparentaba, le comunicó que iba a venir a tratarse a València ya que tenía una amiga viviendo allí. Además, le contó que dicha amiga, que no era otra que la propia Beatriz, estaba trabajando en una tetería de Picassent y necesitaba una camarera.

Fue entonces cuando conoció supuestamente a la ahora detenida. «Mi madre ya me decía entonces que me estaban engañando y que esa cuenta era falsa, pero no la creí», se lamenta la joven. Así, en el mes de mayo se iba a producir el ansiado encuentro con Max. Según cuenta, éste le pidió que se pusiera una venda en los ojos para no verle en su estado actual. «Decía que estaba muy demacrado y que no quería que lo viera así», explica. Julia accedió y se presentó a la cita con el vendaje, ayudada en todo momento por su nueva amiga como intermediaria. La víctima confiesa con vergüenza cómo la persona que ella creía que era Max le realizó tocamientos. Ahora está convencida que se trataba de Beatriz.

Leucemia en fase terminal

Idéntico método había utilizado con otra chica un año antes, en junio de 2016. En esta ocasión la identidad adoptada era la de Gabrielle Sánchez Butterini, quien también aseguraba estar ingresado en el Hospital La Fe con leucemia en fase terminal, al que conoció la víctima a través de Facebook. En esta cita a ciegas una persona con voz varonil y acento italiano sedujo a la joven, que permanecía con los ojos vendados mientras le acariciaba los brazos y decía estar enamorado de ella, llegando incluso a introducirle presuntamente un dedo en la vagina, según el auto de procesamiento. Cuando la joven le apartó la mano pudo ver por debajo de la venda el calzado que habitualmente llevaba la procesada. Por miedo a su reacción le pidió que se marchara pero sin llegar a quitarse por completo la tira de los ojos.

Previamente le estafó diversas cantidades de dinero a esta misma víctima, así como hizo compras de dos teléfonos móviles, ropa y un ventilador, supuestamente todo ello para el amigo común (imaginario) hospitalizado. Según ha podido saber este periódico, la Fiscalía ha solicitado el sobreseimiento del delito de abusos sexuales aunque mantiene una petición de un año y medio de cárcel por un delito continuado de estafa.

Su última víctima

La última víctima de Beatriz ha sido Marc J. B., monitor de pádel y relaciones públicas. Según las pesquisas de la Guardia Civil la joven, detenida esta semana se ha hecho pasar por él y durante semanas ha enviado mensajes amenazantes a la exnovia de éste mediante aplicaciones como «fake message» o «fake chat». «Tic, tac, tu tiempo se acaba, cuando menos te lo esperes estaré ahí para matarte». Como consecuencia de este tipo de mensajes el juzgado de Picassent dictó una orden de alejamiento. Desde entonces el joven ha sido detenido en cuatro ocasiones y citado a declarar otras tantas por quebrantamiento, llegando incluso a ponerle una pulsera, convirtiendo su día a día en una pesadilla.

Aunque inicialmente Beatriz confesó los hechos y exculpó a su amiga ante la Policía Nacional, en su declaración ante la Guardia Civil y en sede judicial la incriminó al afirmar que ella conocía las preguntas de seguridad para recuperar la contraseña de su ex. Según su declaración, era todo una venganza porque Marc había abusado sexualmente de Julia. Por su parte, ésta, que también está ahora como investigada, niega rotundamente que su ex hubiera abusado de ella y recuerda que Beatriz le había dicho en varias ocasiones que tenía «vídeos muy graves» donde ella estaba inconsciente, «pero nunca llegó a enseñármelos».

Este periódico pudo entrevistarse antes de su detención con la presunta suplantadora de identidades quien negó estar detrás de los mensajes amenazantes. «No soy ninguna hacker para hacer eso». Ahora sostiene que Julia sabía que el novio italiano era una ficción que ambas mantuvieron durante un año.