Tras diez años huyendo de las Fuerzas de Seguridad y cuando los testigos del crimen del que le acusan ya se han marchado del país, Christian Leonardo P. S. declaró ayer por primera vez sobre el suceso ocurrido en Novelda aquella fatídica noche de julio de 2008 y lo hizo para admitir ser el autor de la puñalada mortal por la que le buscaban. Sin embargo, trató de limitar su responsabilidad, al decir que no tenía intención de matar a nadie y que solo sacó la navaja para repeler a la multitud que se abalanzaba sobre él. En todo este tiempo que ha estado oculto no se ha entregado porque «tenía que mantener económicamente a mi madre».

Un jurado popular juzga desde ayer en la Audiencia de Alicante este crimen ocurrido en la calle Doctor Fleming de Novelda hace más de una década en el curso de una reyerta entre jóvenes de nacionalidad ecuatoriana. El fallecido solo tenía 19 años cuando recibió la puñalada en el corazón que acabó con su vida. Estaba casado y tenía un hijo. Su presunto agresor ha estado desde entonces ocultándose de la Justicia hasta que fue localizado el año pasado trabajando en una explotación agrícola de Torre-Pacheco (Murcia) usando la identidad de su hermano.

«Intenté entregarme pero había personas que me convencieron para que no lo hiciera», aseguró ayer durante en el interrogatorio. Según dijo, uno de los motivos por los que no lo hacía era que su madre dependía económicamente de lo que él ganaba. «Sabía que llegaría un momento en que tendría que pagar por lo que hice, pero iba retrasando el entregarme», aseguró.

La Fiscalía y las dos acusaciones particulares, que ejercen los padres y la viuda de la víctima, reclaman para el acusado una pena de 14 años de prisión por un delito de homicidio. Las acusaciones sostienen que el hecho de que el fallecido tuviera una única puñalada en el corazón indica que el procesado sabía lo que estaba haciendo en el momento en que le acuchilló. Por su parte, la defensa considera que el acusado no tenía intención de matar a nadie y que debería ser condenado por un homicidio por imprudencia, o por imprudencia grave con resultado de muerte.

Pelea

El acusado aseguró que esa noche regresaba a casa tras haber estado de copas con su hermano en un pub de la localidad. En el trayecto se encontró «orinando en un contenedor» a una persona con la que su familiar había tenido un altercado anteriormente. Christian Leonardo relató que empezó a discutir y el otro salió corriendo hacia la esquina para avisar a sus amigos que estaban en una plaza próxima. «Eran entre ocho y diez personas que venían hacia mí. Me sentía amenazado y me estaban amedrentando», aseguró. Según su versión, sacó una pequeña navaja de unos tres centímetros de hoja que tenía en un llavero y empezó a agitarla en el aire para tratar de repelerlos. El procesado aseguró que no sabe cómo alcanzó a su víctima y que se marchó corriendo tras hacerles frente. La víctima cayó desplomada y murió poco después, ya que la puñalada le alcanzó en el corazón. Otro joven fue herido con un corte en un brazo.

El procesado aseguró que nada más ocurrir los hechos intentó entregarse en la Comisaría de Policía de Elda, pero que allí le dijeron que debía ir a la Guardia Civil de Novelda. A la salida de dependencias policiales, varios amigos le convencieron para que no se entregara y emprendió una fuga que terminó el año pasado con su arresto en Torre-Pacheco. Los investigadores constataron que el fugitivo fue a la Comisaría de Elda, pero allí no dijo nada de un crimen. Solo que había tenido un altercado.

La Guardia Civil llegó a tener intervenidos los teléfonos del acusado, de su novia y de su hermano ante la sospecha de que pudieran estar ayudándole en la fuga, pero estas escuchas no aportaron nada a la investigación. Los policías locales y los guardias civiles que intervinieron en los hechos tenían dificultades ayer para recordar lo ocurrido diez años después. La mayoría de los testigos que estaban en esa calle esa noche ya se ha marchado del país. Un agente de la Policía Local aseguró que tras el apuñalamiento llegaron a juntarse hasta 400 personas en la calle, lo que les obligó a acordonar la zona. A ninguno se les requisó armas.