De nuevo un brutal caso de violación grupal se convierte el día del juicio en un proceso en el que por momentos la propia víctima parece ser la enjuiciada. Como ya ocurriera con el caso de La Manada, la estrategia de la defensa pasa por tratar de desacreditar el relato de la supuesta agredida a toda costa, poniendo en tela de juicio su decoro y decencia por haber tenido sexo con uno, ninguno o decenas de chicos ajenos a la causa, como si ello realmente fuera relevante cuando lo que se dirime es si hubo consentimiento o no el día de autos y cuatro jóvenes, dos de ellos menores de edad en ese momento, agredieron sexualmente a una niña de quince años.

Según sostiene la Fiscalía y la acusación particular, el 28 de mayo de 2016 los cuatro acusados, de entre 16 y 18 años, violaron a su víctima uno tras otro mientras «la sujetaban para facilitar la consumación de sus deseos sexuales», sin que la agredida pudiera hacer nada por defenderse. Los hechos ocurrieron en el domicilio de la abuela de uno de los menores enjuiciados ahora, en una localidad de la Costera que este periódico no revela para preservar el anonimato de la víctima.

El Juzgado de Menores número uno de València celebró el pasado miércoles a puerta cerrada la primera sesión del juicio donde se juzga a los dos acusados que todavía no habían cumplido los 18 años cuando se produjo esta violación múltiple. Los otros dos procesados, que sí que eran mayores de edad, serán juzgados en una causa separada en la Audiencia Provincial de València. El Ministerio Fiscal solicita para los dos menores una medida de seis años de internamiento en régimen cerrado y dos más de libertad vigilada por cuatro delitos de agresión sexual sobre persona menor de 16 años. A uno de ellos lo considera autor material de una de las violaciones y cooperador necesario de otras dos, mientras que al pequeño del grupo lo considera autor de un delito consumado y otro en grado de tentativa, ya que al quedarse solo y sin la ayuda del resto de agresores «no fue capaz de vencer la resistencia de la víctima».

Un policía destapó lo ocurrido

Durante su declaración los dos menores acusados negaron haber violado a la adolescente y alegaron que fue en todo momento sexo consentido. No obstante, una amiga de la víctima recordó cómo la adolescente estaba en estado de shock, con arañazos y la ropa rota. Esta testigo le contó lo ocurrido a su padre policía y éste lo puso en conocimiento del grupo de Policía Judicial de la Guardia Civil.

Respecto a los otros dos presuntos implicados en la violación grupal, que debían declarar en calidad de testigos en el juicio de Menores, uno de ellos solo respondió a las preguntas de su abogado y el mayor de todos optó por no declarar. Todos ellos han manifestado durante la instrucción que tuvieron sexo consentido con ella, pero en su caso concreto la víctima mantiene que éste no llegó a penetrarla. La prueba de ADN que solicitó la defensa para intentar demostrar que sí que tuvo sexo con su cliente ha resultado negativa, dando así la razón a la agredida.

Aunque al tratarse de una víctima menor de edad se había realizado ya una prueba preconstituida con el testimonio de la adolescente, la menor agredida tuvo que enfrentarse a un nuevo interrogatorio en el juicio ante la posibilidad de que dicha prueba de cargo fuera declarada nula en un hipotético recurso, ya que se consideraron impertinentes muchas de las preguntas de los letrados. Así, para que no puedan alegar indefensión, la menor tuvo que someterse a una doble victimización. Pero, lo peor estaba por llegar. Durante el turno de las declaraciones de los testigos solicitados por las defensas, fueron desfilando por la sala una serie de amigos y conocidos de los acusados para contar con quienes de ellos se había acostado o no la menor, como si el hecho de tener sexo con otros chicos eximiera de modo alguno la responsabilidad de sus presuntos violadores.