Una noche de copas en los pubs del centro de Alicante que acabó con una denuncia por violación. El presunto agresor sostiene que se trató de una relación consentida frente a la palabra de la denunciante. Sobre el papel sería uno más de los delitos sexuales que juzga la Audiencia pero este proceso tenía un detalle: el acusado y la denunciante son militares y los hechos ocurrieron en el buque en el que ambos estaban destinados. La Audiencia juzgó ayer este presunta agresión sexual ocurrida a las cinco de la madrugada del 27 de octubre de 2014, cuando el buque de Transporte Ligero de la Armada Contramaestre Casado se encontraba atracado en el Puerto de Alicante.

La Fiscalía reclama para el acusado una pena de siete años de cárcel, así como una orden de alejamiento que le impida acercarse a la víctima durante siete años. La denunciante está personada como acusación particular y reclama una pena de diez años. El juicio comenzó ayer en la Audiencia a puerta cerrada, a petición de las partes para preservar la intimidad de la víctima. A pesar de haber ocurrido los hechos en un barco militar, ha sido la Audiencia la encargada de juzgar el caso y no un tribunal castrense. Las fuentes consultadas por este diario señalaron que ésa fue la decisión que se tomó en su día para establecer el tribunal competente.

Acusado y víctima ofrecieron ayer en el juicio versiones contrapuestas de los hechos. Al juicio estaban citados algunos de sus compañeros en el barco. Sin embargo, dada la naturaleza de su oficio, ninguno de ellos podía testificar presencialmente en la sala. Todos ellos testificaron por videoconferencia desde la provincia en la que esta atracado el barco en el que actualmente sirven. Uno de ellos no pudo comparecer, testigo que la acusación particular consideraba imprescindible. Por este motivo, la vista oral se interrumpió para proseguir el próximo 29 de octubre para que este testigo declare y que las partes presenten sus conclusiones finales. Ese día el juicio quedará visto para sentencia.

El acusado, que está en libertad por estos hechos, negó la existencia de una violación y sostiene que se trató de una relación consentida, después de haber pasado la noche juntos con otros compañeros del barco en locales de ocio de Alicante y de vuelta al buque mantuvieron una relación sexual en la litera de ella. Por su parte, la víctima mantuvo punto por punto todo lo que manifestó en la denuncia en su día. La mujer asegura que, mientras estaba durmiendo en la litera en ropa interior con la cremallera de su saco abierta, llegó el acusado, colocando su antebrazo sobre el tórax de ella y su mano izquierda en el muslo de ella, penetrándola vaginalmente sin su consentimiento, impidiendo que gritara y manteniéndola sujeta con sus manos y aprisionándola con su cuerpo.

Como consecuencia de estos hechos, la víctima sufrió un trastorno adaptativo por el que necesitó tratamiento psiquiátrico durante un año. Los peritos avalaron ayer las secuelas psicológicas de la mujer. La mujer contó ayer con el apoyo psicológico de personal de la Audiencia, estuvo aislada para no coincidir en los pasillos con su presunto agresor; y después para testificar, lo hizo separada por un biombo del acusado. La mujer había solicitado declarar por videoconferencia pero la sala no lo aceptó, al considerar que para valorar su testimonio era imprescindible que estuviera en la sala.

Entre los testigos se encontraban otros compañeros del barco, unos que se encontraban entre el grupo que esa noche se fue de copas por el centro; y otra compañera que se había quedado durmiendo en el buque porque tenía guardia al siguiente. Esta testigo dijo que momentos antes había visto al acusado en la parte destinada a los alojamientos para el personal femenino buscando la litera de ella.