No recuerda nada. El acusado de haber matado de once puñaladas a su mujer en Benidorm el 12 de abril de 2016 no admitió ayer en el juicio ser el responsable del crimen, aunque afirmó ser consciente de que en la casa solo estaban ellos dos. Un jurado popular juzga desde ayer en la Audiencia este crimen de violencia de género. En su declaración de ayer, Francisco José M. M., de 51 años, deslizó la posibilidad de que fuera la víctima quien le causó la lesión en el cuello que le ha confinado en una silla de ruedas. En su día aseguró a los servicios de emergencias que le atendieron en la vivienda que había matado a su mujer y que luego había intentado suicidarse, extremo que luego negó.

Las acusaciones reclaman 24 años de prisión para el procesado por un delito de asesinato al considerar que se trató de un crimen premeditado, en el que la víctima no tuvo posibilidad de defenderse. La fiscal aseguró que todas las puñaladas sufridas por María del Carmen L., de 48 años, iban dirigidas a zonas vitales y que la primera de ellas se produjo por la espalda, mientras que el resto las recibió tras ser acorralada en un rincón del dormitorio. La defensa consideró ayer una «invención» la cuchillada por la espalda y sostuvo que la mitad de las puñaladas eran poco profundas. Por este motivo, considera que no hay base para mantener una acusación por asesinato, sino que se trataría de un homicidio. De todos modos, pide la libre absolución del acusado.

Sostienen las acusaciones que, tras matar a la mujer a cuchilladas, el acusado dejó el cadáver en la cama, tumbándose junto a ella y seccionándose el cuello con el mismo cuchillo. Cuando la hija de la víctima llegó a la vivienda al salir del instituto, encontró la sangrienta escena después de que él la llamara pidiendo ayuda desde la cama, incapaz de moverse desde el cuello para abajo.

El acusado permanece en prisión preventiva desde su detención por el crimen. Ayer llegó a la Audiencia en ambulancia desde la prisión debido a los problemas de movilidad que éste tiene desde que sufrió la lesión en el cuello.

Un año de matrimonio

Acusado y víctima llevaban casados poco menos de un año cuando se cometió el crimen, aunque antes habían convivido durante siete años. El procesado aseguró que su actual mujer mantenía discusiones frecuentes con la familia de él y hacía comentarios despectivos sobre ellos. «El matrimonio no iba bien. Dormíamos en habitaciones separadas», aseguró.

Según su versión, la noche antes del crimen estuvo bebiendo. «Me habían dado el día siguiente libre en el trabajo y no tenía ganas de ir a casa», dijo, motivo por el que quedó a cenar con su exmujer, primero, y después se fue de copas por la zona guiri de Benidorm hasta las cinco de la madrugada. Al día siguiente por la mañana, le despertaron gritos y portazos y su mujer le empezó a gritar pidiéndole explicaciones de dónde había estado la noche anterior. Según dijo, nada más levantarse estuvo bebiendo cerveza, hasta que empezó una discusión su mujer cuando él dijo que iba a pedir el divorcio. Tras haber detallado cuántas copas tomó la noche anterior, las horas y las cervezas de esa mañana es en el momento de la pelea cuando empezaron sus problemas de amnesia. «Noté como un pinchazo en el cuello, empujones, un forcejeo y ya no me acuerdo de nada más. Me desperté en la cama sin poder moverme pidiendo ayuda», aseguró.

Los problemas de memoria también continuaron cuando la fiscal le preguntó por una denuncia anterior de la mujer contra él por decirle «Yo iré a la cárcel, pero tú antes saldrás degollada». Tampoco recordaba el contenido de esa denuncia, aunque en el juicio, celebrado pocos días antes del crimen, salió absuelto, después de que ella no quisiera mantener la acusación.

La Fiscalía puso en duda ayer los problemas con el alcohol que dijo padecer el acusado e destacó que ninguno de los efectivos policiales y sanitarios que intervinieron en el suceso vio indicios de que el procesado hubiera bebido. Además incidió en el hecho de que éste es conductor de autobús escolar y nunca se le habían detectado problemas con la bebida, a pesar de que en este tipo de profesiones los controles son más severos. El acusado lo justificó diciendo que nunca bebía cuando cogía el autobús y, en cuanto a los controles internos de la empresa, dijo que se hacían una vez al año.

Las acusaciones sostienen que es la mujer asesinada quien estaba tratando de dejarle y abandonar ese entorno de violencia. Antes del asesinato se había terminado un curso de hostelería que le iba a permitir alcanzar independencia económica. El acusado se acogió a su derecho a no responder a las preguntas del abogado de la acusación particular.

El juicio seguirá hoy con la declaración de la hija de la mujer asesinada, joven que tenía 16 años cuando ocurrieron los hechos. La Abogacía del Estado reclama al procesado que pague al erario público de su bolsillo los más de 50.000 euros de ayudas recibidas por la hija de la víctima.