La Audiencia de Alicante ha condenado a catorce años y tres meses de prisión a un acusado de violar a la hija de once años de su excompañera sentimental cuando se quedaba a solas con la menor, según la sentencia hecha pública ayer.

El fallo considera probado que las relaciones tuvieron lugar a partir de enero de 2012. La primera vez ocurrió cuando el acusado se encontraba con la menor a solas en la casa de la madre y desde entonces con una frecuencia de cada dos o tres días durante los cuatro meses que duró la relación sentimental con la madre. Los otros contactos ocurrieron en la casa del acusado, donde la menor accedía a acompañarlo y accedía a los deseos sexuales de éste.

Según la sentencia, aunque el acusado nunca pegó a la joven, sí que empleó la fuerza física para agarrarla de los brazos o de las manos y tumbarla en el sofá de su casa o para llevarla a la cama y desnudarla, ya que la menor se resistía. Los hechos se conocieron el 25 de noviembre de 2014, cuando la menor contaba con catorce años y se lo contó a su profesor y a después a su madre que interpuso la denuncia. La sala le condena por un delito continuado de abuso sexual y obliga al procesado a indemnizar con 10.000 euros, más los intereses. El tribunal le impone además una orden de alejamiento durante 17 años, así como otros siete años de libertad vigilada a partir del momento en que termine de cumplir condena. y participar en programas de educación sexual.

Una de las principales pruebas ha sido la declaración de la menor, que se ha mantenido firme y sin contradicciones y que, para los magistrados, ofrece un relato con «indicadores de veracidad». Entre ellos, se cita el concretar el momento temporal de los hechos, precisando cuál fue la primera agresión y la última, «indicando las razones por las que se encontraba a solas con el procesado, detallada la cadena de acciones durante los cuatro meses» que duró la relación con la madre.

Según el fallo, en este caso constan acreditadas una pluralidad de actuaciones diferenciadas atribuibles al acusado, con acciones «de beso con lengua, tocamientos en las zonas genitales, masturbaciones del acusado usando la mano de la menor a la fuerza, penetraciones vaginales con los dedos, bucales con el pene y en una ocasión penetración anal». En este último caso, el fallo relata como la menor trató de evitarlo encerrándose con pestillo pero no pudo lograrlo debido a la superioridad física del acusado. La sala considera que se usó la fuerza para lograr vencer la resistencia de la víctima.