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Rafael Pérez: «No soy partidario de que los padres se conviertan en un policía de sus hijos»

Habló ayer en Alicante de las oportunidades y desafíos de la transformación tecnológica en el encuentro BEi Forum de Fundeun

El comisario Rafael Pérez, ayer en Alicante tras su intervención en el foro organizado por Fundeun. JOSE NAVARRO

¿Cuál es el panorama que se avecina con la transformación tecnológica actual?

La tecnología nos da todas las oportunidades pero a la vez lleva aparejado al mismo nivel una serie de debilidades y de amenazas.

¿Cuáles son las principales?

Hay muchos ejemplos, como ataques al sector turístico a través de Ransom; ataques al sistema sanitario, como los sufridos por marcapasos; al sistema juguetero, con Helo Barbie; o ataques a través de la red en materia de violencia de género, donde se hace una apología terrorífica..., los tweets y las imágenes que corren son terroríficas.

¿Está 'vendida' la ciudadanía ante tanto ataque?

La ciudadanía no es consciente. Uno de los retos que tenemos es que necesitamos una concienciación de un uso responsable de las tecnologías. Eso se consigue mediante campañas de sensibilización, formación, acuerdos internacionales, mediante la implicación del sector público y privado con foros como este de Fundeun, el tweet de la Policía y los consejos que damos... Todo el mundo habla de las nuevas tecnologías, están ahí y nos están absorbiendo, pero hay muy poca conciencia sobre ese uso responsable.

¿Qué le preocupa en este sentido?

La falta de denuncia, tanto a nivel privado de un ciudadano normal como a nivel de empresa. Lo puedo entender; la empresa no denuncia por su imagen reputacional, por el impacto de marca, porque pueden tener escasa confianza en el resultado de las investigaciones policiales, porque los procedimientos judiciales son largos... Todo eso hace que las empresas sean reacias a denunciar. Yo creo que ninguna empresa va a reconocer formalmente un fallo de seguridad en su sistema o una gran cadena hotelera que han entrado en sus bases de datos y le han secuestrado y cogido todas las tarjetas que tienen de sus clientes con nombres y apellidos.

Pero si no denuncian no se puede luchar contra la ciberdelincuencia.

Efectivamente. Es un poco la pescadilla que se muerde la cola. Si nosotros no tenemos la información difícilmente podemos judicializar, y si no judicializamos no podemos avanzar en nuestras investigaciones.

Ha planteado la necesidad de introducir en la educación el uso responsable de las tecnologías como una asignatura más.

Para mí es algo fundamental, sobre todo de cara al futuro. Igual que poco a poco hemos introducido asignaturas que eran impensables cuando yo estudiaba Bachiller pero ahora el conocimiento del medio es algo que se ha incorporado. A lo mejor habría que persuadir a los poderes públicos para que poco a poco a nuestros chavales los fueran formando en ese uso responsable.

¿Está desfasada la normativa?

La normativa está anticuada. Ha habido un avance importante en las reformas de 2015 del Código Penal y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, donde nos dan algún instrumento más, como el agente encubierto virtual, que es fundamental. Lo estamos usando sobre todo en investigaciones de pedofilia y de pornografía infantil, pero también tiene sus limitaciones, no podemos incitar al delito.

Su unidad llevó la investigación para detener en marzo en Alicante a uno de los mayores hackers. ¿Es tan fácil robar más de mil millones desde un apartamento de la Playa de San Juan?

Fácil no es. A nosotros nos ha costado tres años de investigación para llegar a él. Era una organización de ciudadanos rusos. Uno está en prisión en Taiwán, otro en Londres y otro en España. Tenían repartidas sus tareas. El hacker lo que hacía era el diseño del malware -el Carbanak-; se lo enviaba a un miembro de la organización que era quien, mediante técnicas de ingeniería social, mandaba correos a los empleados de determinados bancos con escasas medidas de seguridad para que, cuando el empleado abriera el correo y el fichero adjunto, el virus se introdujera automáticamente en el sistema. El detenido en Alicante era el que iba accediendo y escalando posiciones de superioridad en el sistema del banco, hasta el punto de que anulaba el sistema del banco -sobre todo en cajeros automáticos- de tal forma que un tercer miembro de la organización lo desplazaban a Taiwan. Le mandaban a un determinado banco, desde España se atacaba e inutilizaba un cajero automático y todo el dinero que tenía lo escupía.

¿Cuánto dinero se ha podido recuperar?

Dinero de momento no se ha recuperado. Hay que analizar su dispositivo aún. Tenemos sospechas de que tenga monederos de bitcoin, pero todavía no hemos podido llegar a ellos. Los sistemas de seguridad que tenía eran tremendos y hay que desbloquearlos. Pero él no se movía por dinero. Lo único que le preocupaba era vulnerar el sistema informático. Ése era su reto.

¿Es más fácil atrapar a un narcotraficante u otro criminal tradicional que a un ciberdelincuente?

Son cosas diferentes. Es más complicado, porque la red ofrece mucho anonimato. Esta gente no se mueve como nosotros utilizando Google, se mueven en la deep web y el poder llegar al final es más complejo, pero se llega. Todos al final cometemos algún fallo y la Policía ahora mismo está preparada.

¿Cuál es el ciberdelito que más le preocupa?

Me preocupa mucho la pedofilia. Las imágenes que he podido contemplar son estremecedoras.

¿Deberían implicarse más los padres en controlar el uso de las redes sociales por sus hijos menores?

Pero ¿cómo lo controlan? Yo lo que no soy partidario es de que los padres sean un policía de sus hijos. Más que implicarse es un tema de educación, de advertir y decir claramente a los hijos cuál es el peligro.

¿Qué porcentaje de ciberdelitos no se denuncian?

El Instituto Nacional de Ciberseguridad gestionó 123.000 incidentes y en la estadística de la Secretaría de Estado sólo se recogen 66.000 denuncias. Tenemos una brecha importante y ahí necesitamos de la ciudadanía para que colaboren.

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