La Policía Nacional de Gandia impidió, el pasado mayo, que una menor residente en esta ciudad completara las macabras pruebas que propone el llamado juego de la Ballena Azul que incluye, entre otros, la autolesión o, al final, tirarse de un edificio.

Según ha podido saber este periódico, los agentes fueron alertados por el equipo directivo del centro educativo de la capital de la comarca de la Safor en el que estudia la joven. Fuentes de la Jefatura de la Policía Nacional confirmaron el caso y explicaron que se detectó gracias al trabajo que realiza el área de Participación Ciudadana que trabaja en la comisaría de Gandia y que, entre otras actividades, realiza charlas de seguridad en colegios e institutos de la ciudad.

Todo se remonta al pasado mes de mayo. La joven se introdujo en el juego después de que a su cuenta de la red social Instagram, aplicación muy extendida entre la población juvenil y en la que se cuelgan fotografías que pueden ver todos los usuarios, se le agregara una persona con el nombre de ballenazul. Paralelamente esta chica también fue introducida en un grupo de la aplicación de mensajería WhatsApp en el que había alrededor de 80 jóvenes, todos ellos de Gandia.

Unas semanas después de entrar a formar parte de ese chat, a finales de abril del 2017, la menor recibió una llamada de una persona «de unos 18 o 20 años», que la instaba a participar en el juego porque, «se habían enterado que no estaba bien y que ellos la podían ayudar», según testimonios a los que ha tenido acceso este medio.

Alentada por estas palabras, la joven aceptó, para lo cual recibió una foto con las pruebas que debía seguir para llegar hasta el final. Para no dejar rastro en su móvil, la chica apuntó la lista en un papel y borró tanto la llamada como la imagen que había recibido. De ese modo, ya contaba en su poder con la lista de 50 desafíos, a cada cual más macabro, y que incluía cortes en distintas partes del cuerpo, la visualización de vídeos de contenido violento y, por último, el suicidio. A principios de mayo cumplió con la primera de las pruebas: «Escribirse la leyenda F57 en un brazo con un cuchillo», una acción que realizó, según fuentes conocedoras del caso, «con la cuchilla de un sacapuntas».

La joven también llegó a recibir varias de las grabaciones que le indicaban en la hoja de pruebas que, además, debía visualizar de madrugada.

En manos de la Fiscalía

Unos días después, mientras que se encontraba en el instituto y en un despiste de la joven al levantarse un momento de la silla, una compañera de pupitre encontró la hoja con las normas en su mochila. Conocedora del fatal desenlace del juego y de los estragos que estaba causando en distintas partes del mundo, ya que se habían conocido algunos casos en otros países, la estudiante avisó a la dirección. Estos, rápidamente, dieron alertaron a la Policía Nacional, que se personó en el centro para hablar con la menor y tratar de impedir que siguiera practicando el peligroso juego. También se dio aviso a los padres de la menor.

La chica reveló a los agentes que ese mismo día tenía pensado cumplir con la tercera de las pruebas que proponía el juego que era lesionarse haciendo «una lámina en las venas y repasarla con una cuchilla, no muy fuerte». La joven también aseguró que su intención era dar cumplimiento a algunas de las peticiones que tenía anotadas en el papel que ella misma copió, «pero a otras no», e incluso declaró que en el caso de la última de las pruebas, la de saltar un edificio, no sabía si lo haría. Los policías pudieron también comprobar la herida con la leyenda «F57» que se hizo con la cuchilla.

Fuentes policiales explicaron a este periódico que, tras tomar declaración a la menor y a varios testigos, se dio traslado del caso a la Fiscalía de Menores para que lo estudiara. También intervino el departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Gandia, que trató a la menor logrando, de ese modo, atajar el problema.

Falso

El asunto de esta menor no guarda ningún tipo de relación con la información que se difundió el pasado mes de septiembre en la que se aseguraba que un chico se había suicidado en Gandia siguiendo el juego de la Ballena Azul. La propia Policía Nacional desmintió el caso.