El brigada acusado de intentar envenenar a una guardia civil de La Vila y a la familia de ésta admitió ayer en el juicio que se había obsesionado con ella, pero negó que quisiera matarla. Las acusaciones sostienen que durante los seis primeros meses de 2016 el procesado entró en diversas ocasiones en la vivienda de su compañera de trabajo, sita en la casa cuartel de La Vila, y echó raticida e insecticida en la comida que ella se dejaba preparada por la mañana antes de ir a trabajar y que era también para su marido (también guardia civil y convaleciente de un tratamiento de quimioterapia) y su hijo de 3 años. El procesado, que está defendido por el abogado Agustín Rivera, sólo admitió haber entrado dos veces en la casa y que echó productos «inocuos» en la comida con el propósito de «llamar la atención» y provocar una discusión en la pareja para que se dieran cuenta de que «algo estaba ocurriendo».

El juicio se celebró ayer en la Audiencia de Alicante, con la decisión del fiscal de elevar de 30 a 40 años de prisión la petición de pena para el acusado. El Ministerio Público modificó su acusación al considerar los hechos como tres tentativas de asesinato y no homicidio, como pedía en un principio, por cada una de las cuales pide trece años de prisión. También reclama dos años de cárcel por allanamiento de morada y otros dos por delitos contra la intimidad, al apoderarse de prendas y fotos íntimas de la víctima cada vez que accedía a la casa.

El acusado sólo admitió estos dos últimos delitos mientras negaba haber tratado de acabar con la vida de nadie. El procesado sólo admitió haber entrado dos veces en la vivienda. En una, aseguró haber puesto agua salada en la comida; y en la segunda, un producto insecticida (llamado clorpirifós) que, según dijo, en su familia se había usado «para conservar patatas y naranjas». El acusado dijo que para que existiera riesgo tendría que haber usado grandes cantidades de ese producto y de las que tampoco disponía. El brigada añadió que para que la pareja se diera cuenta había añadido pétalos de flores en la comida. El procesado admitió haberse quedado objetos personales de la víctima, como ropa interior, un juguete erótico y un disco duro que contenía imágenes íntimas de la pareja. El acusado dijo que ella le gustaba y que el hecho de guardar estos objetos le hacía pensar que no estarían separados cuando le destinaran a Vizcaya.

El brigada fue descubierto a raíz de que la víctima decidiera poner una cámara oculta para descubrir quién estaba colándose en la casa ante la inquietud de que alguien estaba haciendo algo con la comida. La pareja empezó a residir en las viviendas del acuartelamiento en noviembre de 2012. Desde los primeros días empezaron a notar que faltaban objetos, un disco duro, las llaves del coche, memorias USB y hasta el pasaporte. La verdadera inquietud llegó cuando detectaron que la comida se estropeaba y sospecharon que alguien del cuartel podría ser el responsable. Macarrones de los que brotaba moho en el queso, puré para el niño con mal sabor, sopa que se ponía de color marrón... En su inquietud, llegaron a cambiar todas las ollas y sartenes de la casa cuando aún no sabían lo que estaba ocurriendo. Estos hechos fueron los que motivaron que pusieran una cámara, ya que todo indicaba que era alguien que sabía los movimientos de ella, ya que los incidentes con la comida ocurrían los días que ella trabajaba por la mañana y no había nadie en casa.

La mujer aseguró que entre ella y el brigada sólo había habido una relación de trabajo y que ni siquiera los dos matrimonios eran amigos. Cada uno tenía su círculo de amistades.

El marido por su parte aseguró que por un momento pensó que estaba volviéndose loco a causa del tratamiento de quimioterapia. «Sabía que era uno de mis compañeros pero no quién era», motivo por el que decidió instalar una cámara «para ponerle cara al problema».

Los peritos de Toxicología señalaron que el insecticida utilizado era «moderamente tóxico», aunque desconocían las dosis utilizadas en la muestra recogida, ya que se trata de un producto biodegradable que se diluye a medida que pasa el tiempo.