El subinspector Blas Gámez Ortiz tenía 51 años de edad y una brillante hoja de servicios que había acumulado durante los más de 28 años que llevaba en el Cuerpo Nacional de Policía. Nacido en València en 1966, casado y padre de dos hijos en edad adolescente, había sido condecorado con la cruz al mérito policial con distintivo blanco en 2002, con una cruz y una medalla a la dedicación al servicio policial -por los 20 y los 25 años en la policía, respectivamente- y tenía en su haber 83 felicitaciones por los numerosos y brillantes servicios policiales en los que había participado, casi siempre dentro del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de València, del que era uno de sus miembros más veteranos y donde era tremendamente querido y respetado.

Enamorado de su trabajo, Blas ingresó en la Policía Nacional en 1989. Tras un primer destino en el País Vasco, entró en el grupo de élite de asalto de la Policía Nacional, los GEO (Grupo Especial de Operaciones), con base en Guadalajara. Allí prestó servicio entre 1992 y 1995, y participó en varias misiones de alto riesgo. Tras ascender a oficial, pidió su traslado a su València natal e ingresó por méritos propios en el grupo de Homicidios, donde ha permanecido hasta ahora.

El subinspector Blas Gámez no sólo era una referencia dentro de Homicidios y de la Brigada de Policía Judicial, sino que además era un hombre querido por todos por su excelente calidad humana y profesional, que le hacía dejar amigos allí por donde pasaba.

Trabajador incansable, la otra gran pasión de su vida, además de su esposa y de sus dos hijos, eran el deporte y la vida sana. Amante del ciclismo y del atletismo, dedicaba todo el tiempo libre que le permitían sus ocupaciones a practicar ambos deportes, e incluso había competido en distintos duatlones, tanto en Valencia como fuera de la provincia.

Su entrega al deporte de las dos ruedas invadía incluso sus vacaciones, que aprovechaba para dedicarse a recorrer los puertos de montaña más míticos de carreras como el Tour de Francia o la Vuelta a España.

El subinspector fallecido era muy conocido en Torrent, donde residía desde hacía años y donde había sido propietario de varios negocios. Durante varios años regentó en unión de otro compañero un gimnasio con piscina y, desde hacía más de una década, llevaba una empresa de instalaciones de pistas de pádel, actividad que seguía compaginando, cuando podía, con su trabajo como investigador en el grupo de Homicidios.

La brigada entera de Policía Judicial estaba ayer en estado de conmoción con la noticia de su asesinato en acto de servicio. Es el primer agente que muere en esas circunstancias en València desde febrero de 2000, cuando fue asesinado el inspector-jefe Ignacio Moreno por un enfermo mental.