La Rambla de Barcelona se convirtió ayer en un reguero de improvisados homenajes, con distintos puntos de ofrendas por todo el recorrido que realizó la furgoneta. La Rambla recuperó parte de normalidad, con la habitual gran afluencia de personas en el paseo más emblemático de la capital catalana, si bien el bullicio ruidoso que la caracteriza dio paso a un ambiente más contenido.

En el punto más alto de La Rambla, dos grandes «altares» han concentrado el recuerdo a las víctimas, uno de ellos en el monumento justo en el inicio del paseo y otro a pocos metros, en la Fuente de Canaletes. Varias personas se acercaban para colocar banderas de distintos países y mensajes de apoyo en varios idiomas, como «Peace», «Un barcelonés con los turistas», «Barcelona stands united against terrorism» (Barcelona está unida contra el terrorismo), «nunca seremos esclavos del miedo», «El corazón roto de Barcelona» o «No tinc por».

Caminando Rambla abajo, en el funesto recorrido de la furgoneta, se sucedían pequeñas ofrendas de flores y velas formando corazones junto a algunos árboles o los históricos quioscos de venta de periódicos o las paradas de floristas.

En una de esas floristerías, ayer sin abrir, una cartel invitaba a «dejar tu mensaje de amor», como hicieron un carrusel de personas con post-its de diversos colores con mensajes escritos, en lo que se ha convertido en un mosaico multilingüe de palabras de ánimo, mientras los bolígrafos y los papeles iban pasando de una mano a otra.

La obra de otro artista en el suelo de La Rambla, en ese caso el mosaico de Joan Miró en el que la furgoneta detuvo su trayecto, fue otro gran punto de homenaje. El mural del reconocido artista ahora se encontraba oculto bajo una alfombra de ofrendas. A pocos metros, el Mercado de la Boqueria, uno de los rincones más visitados de la ciudad y desbordante de colorido, mostraba sus puertas cerradas. En su verja exterior, solo una bandera europea recordaba lo ocurrido junto a unas palabras en catalán, castellano e inglés. «Juntos. Diferentes. Paz».