La relación entre Joaquín C. V. y su padre Pepe era, según palabras de su madre excelente. Eso hace todavía más incomprensible la discusión que tuvieron el jueves por la tarde y que acabó cuando el vástago cogió un machete y degolló a su progenitor, sin darle apenas posibilidad alguna para defenderse. «Mi hijo y su padre eran uña y carne, se ve que le dio algo pero mi Joaquín no está loco», insistía Mari Carmen con el dolor demasiado reciente y sin todavía poder encontrar explicación alguna a lo ocurrido.

«Le dio por matar a su padre como podía haberse tirado por la ventana o ponerse una soga al cuello, pero le dio por ahí», explicaba la viuda entre lágrimas cuando sus vecinas trataban de consolarla. Al ser preguntada por este diario por una supuesta enfermedad mental de su hijo, ya que una de las hipótesis que manejan los investigadores es que éste sufriera un brote psicótico, la mujer sostiene a capa y espada que la salud mental de su hijo es perfecta y nunca ha estado en tratamiento.

Así, respecto al motivo que esgrimió el parricida a los agentes que lo arrestaron, que lo mató porque había insultado a su madre, Mari Carmen sostiene que su marido jamás le ha insultado ni le ha levantado la voz en todos los años que llevan casados. Al volver de un paseo, se encontró a su hijo que le confesó el crimen.