Tener sexo con animales, incluso aunque ello comporte dolor al individuo que lo practica, es una práctica antigua. Incluso la grabación de una tortura. Pero captar cómo se destripa a un cachorro de gato con un machete y acabar masturbándose sobre el animal agonizante sólo para procurar la excitación sexual propia y ajena no sólo da una idea sobre los integrantes del grupo detectado, sino que ningún policía había descubierto antes nada parecido. «Es un auténtico horror. Una salvajada detrás de otra», coinciden quienes han tenido acceso.

«Algunos de los investigadores han sufrido incluso problemas psicológicos por el visionado de las imágenes, debido a la crudeza de las mismas», explicó ayer el capitán Millán.

Mutilaciones gratuitas, uso de los cadáveres con fines sexuales y agonías prolongadas eran una constante en las grabaciones, de cuya existencia nadie sospechaba en el entorno del detenido. Pero la especial depravación que distinguía a esta red no se limitaba a esos archivos. Además, compartían vídeos con violaciones, supuestos asesinatos, sexo explícito con bebés y de mujeres con niñas pequeñas, algo muy poco habitual.