Paul Monk, un fugitivo británico detenido hace dos años en Xàbia por la Guardia Civil e investigado por la aparición de un cadáver en una playa de Orihuela, está ya entre rejas para cumplir 18 años de cárcel en el Reino Unido por haber sido un capo de la droga, una condena de la que tendrá que dar cuenta gracias a una cooperación policial y judicial hispano-británica que ambas partes desean que se mantenga, con Brexit o sin Brexit.

Todo empezó antes de que comenzara el proceso de "desconexión" del Reino Unido con los otros 27 países de la Unión Europea, pero aunque la historia de Monk en España, o más bien el final de su periplo delictivo, se desarrolló cuando la Europa comunitaria era un piña, hubiera tenido el mismo resultado ahora o dentro de diez años.

Al menos eso es lo que piensan tres de los protagonistas de esta historia: los investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil; el magistrado de enlace del Reino Unido en España, Marc Robinson; y la titular del Juzgado de Instrucción números 2 de Dénia (Alicante), Lidia Paloma Montaño, que han contado a Efe cómo Monk ha llegado hasta el trullo.

Hace muy pocos días los medios británicos informaban del resultado del juicio contra Monk, un hombre de 56 años sobre el que pesaba una Orden Europea de Detención (OED) y que fue entregado en 2015 a su país por las autoridades españolas. A Monk le han caído ahora 18 años de cárcel -en España esta pena más bien se impone por asesinato- por ser un capo del narcotráfico y los responsables policiales y judiciales del Reino Unido se han deshecho en elogios hacia sus homólogos españoles por haber dado con él, según ha podido leerse en los medios.

Pero ese es el final de la historia. El principio se remonta al 21 de abril de 2015 cuando la Guardia Civil informaba de que agentes de los grupos de Homicidios y de Huidos de la Justicia de la UCO habían detenido en Xàbia a Paul Monk en relación con el secuestro y asesinato de un compatriota, Francis Brennan, cuyo cadáver apareció en la playa de La Zenia de Orihuela.

A los investigadores no les cabía duda de que Monk estaba relacionado con este asesinato dada su vinculación -era su mano derecha, dice la jueza de Dénia- con el que ya había sido detenido meses antes por considerarse autor intelectual de la muerte: Paul Scott, jefe de una red criminal de Liverpool acusado de introducir en su país 40 toneladas de cocaína. Independientemente de que los indicios no fueran suficientes para mantener su imputación -la investigación no está aún cerrada-, Monk ya acumulaba motivos para ser detenido.

Su fotografía formaba parte de la "operación Captura", la campaña de Crimestoppers en la que se buscan a los delincuentes huidos del Reino Unido acusados de violación, agresión sexual a menores y tráfico de drogas y que se sospecha puedan estar en España. Monk había huido de su país aprovechando su situación de libertad condicional por una condena de blanqueo y contrabando y residía en un chalé de lujo de Xàbia, debajo del cual se estaba construyendo un escondite. Apenas salía y si lo hacía, era en moto para que el casco ocultara su rostro.

Las pesquisas para descubrir al asesino de Brennan permitieron a la UCO localizarle en la misma ciudad donde secuestraron a Brennan, detenerle y entregarle, pero eso no fue lo más importante. El registro del chalet dio mucho de sí. En una maceta de la vivienda, recuerda la jueza de Dénia, se hallaron 125.000 euros y en otras estancias una pistola simulada con cargador y silenciador y un pasaporte falso de Monk. Y, sobre todo, lo que ha permitido a la Justicia británica poner entre rejas a Monk: una especie de libreta con anotaciones de las transacciones de droga, los envíos y el resto de datos propios del narcotráfico.

El análisis de las autoridades británicas arrojó la siguiente conclusión: Monk era el capo de una red que había enviado cocaína a su país por valor de 31 millones de libras. "La Corona confirma que usted es un delincuente profesional, involucrado en el narcotráfico en este país y en el extranjero", dice la sentencia. Así las cosas, los 6 años de cárcel que le esperaban antes de huir a España se han triplicado.

El magistrado de enlace Marc Robinson resalta a Efe el buen trabajo de los investigadores españoles, su rapidez y eficacia. "Un ejemplo de colaboración internacional que funcionó muy bien", como lo está haciendo la "operación Captura". Robinson no duda de que el Brexit no afectará a la cooperación policial. Lo mismo opina la jueza de Dénia, quien, no obstante, atribuye al magistrado parte del éxito de la operación por su siempre buena disposición a ello.

No olvida la jueza Paloma Montaño la importancia del intercambio de información a nivel europeo, pero tampoco lo "exigentes y puntillosos" que son en el Reino Unido en esta materia, antes y ahora. Por eso, ella, que siempre colabora con este país, no se olvida de pedirles reciprocidad. De todos modos, todos los tienen claro. Con Brexit o sin Brexit, al delincuente se le seguirá persiguiendo.