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Un imperio económico donde no se pone el sol

Las disputas familiares han puesto en juego la gestión de un patrimonio empresarial cercano a los 200 millones y la alianza en Latinoamérica con la segunda multinacional mundial del sector químico, The Dow Chemical Company

Cimentada sobre una sólida estructura empresarial extendida de un punto a otro de Latinoamérica, con las cuentas saneadas, perspectivas inmejorables en el sector de los derivados del plástico y asociada a la segunda multinacional del mundo de la industria química (la estadounidense The Dow Chemical Company), el emporio de los Sala Martínez cambió de rumbo a la muerte del patriarca, el expresidente de Caja Mediterráneo Vicente Sala.

Entre éste y su mujer, Mari Carmen Martínez, asesinada hace nueve días de dos disparos en la cabeza por causas que aún se investigan, habían sostenido durante 50 años una boyante red de empresas que abarcaban desde la fabricación de derivados del caucho a su comercialización por medio mundo, la venta de automóviles de alta gama, la construcción y el sector inmobiliario. En julio de 2011, apenas un mes antes de fallecer el patriarca, la familia ordena su patrimonio y constituye Samar Internacional, una matriz en formato holding que desde ese momento agrupará a todas las sociedades del grupo.

El nombre de Samar, apócope de Sala y Martínez, evidencia por sí solo el carácter de la sociedad. Lo que es de la familia no sale de la familia, con independencia de las mejores o peores relaciones que se dispensen entre ellos. A la cabeza del grupo se coloca al primogénito, Vicente Sala Martínez. El resto de consejeros llevan el mismo apellido, sus hermanas, y al órgano de representación se añade la madre, que tiene la última palabra en las decisiones. Los herederos resuelven, no sin desavenencias, desprenderse poco a poco del negocio del automóvil: venden Porsche (a otro «ilustre» de Alicante, Perfecto Palacio), Honda y el resto de concesionarios para reducirlo a lo que ahora es Novocar (donde el día 9 fue asesinada María del Carmen) un punto de venta multimarca de coches de segunda mano del que se hace cargo una de las hijas, Fuensanta, y el marido de ésta, Miguel López. Una de las sociedades hasta entonces señeras, la Compañía Española de Resinas, que agrupa el grueso de los activos de la familia (76,9 millones de euros en 2015), va perdiendo peso en la actividad en favor de las dos compañías que abanderan el éxito internacional del negocio: SM Resinas y Samarlen.

Con ambas empresas, los Sala Martínez se afianzan en Latinoamérica y ponen sendas picas en Alemania, Portugal, el Reino Unido y Norte de África. La herencia familiar se consolida con delegaciones comerciales y almacenes de distribución de productos plásticos en Constantí (Tarragona) y Guilhabreu (Portugal); México DF, San Luis Potosí, Guadalajara y Monterrey (México); Brownsville (Texas, EEUU); Buenos Aires y Bahía Blanca (Argentina); Sao Paulo, Paraná y Novo Hamburgo (Brasil); Montevideo (Uruguay); Bogotá (Colombia); Lima (Perú); Francfort, Colonia, Kastle y Markranstädt (Alemania); Hoogstraten (Bélgica); Essex (Reino Unido); Houston (Texas, EEUU); y Marruecos.

Los dividendos, a la reserva

Al cierre de 2015, la familia aún mantenía, además de las mencionadas sociedades, compañías de menor fuste, como Pomir SL (también del sector químico) o Afinhersa SL (construcción). Samar Internacional cerró el ejercicio de 2014 con ventas en su consolidado de 242,2 millones de euros y un patrimonio de 118,1 millones. Y ello sin que en los últimos años se hayan repartido dividendos entre los socios (la familia). Los beneficios (Samar declaró unas ganancias de 1,5 millones después de impuestos en 2015) se han venido destinando a reservas voluntarias (tras el reparto de ganancias -ninguno en este caso- los beneficios se trasvasan a partidas dedicadas a I+D+i). Todo ello derivado de unos activos labrados, sí, en vida del expresidente de la CAM, cuando la empresa se volcaba en la fabricación, pero que han acabado apuntalándose con una alianza menos conocida.

Y esta es la historia. Ligada a su actividad tradicional, plásticos y derivados, pero comercializando y distribuyendo lo que otros fabrican, los últimos años de esta empresa familiar han sido los del afianzamiento y consolidación de su alianza con The Dow Chemical Company. Para no iniciados, el nombre dice poco, pero el nombre corresponde al de una multinacional con sede en Midland, Michigan (EEUU), creada en 1897 por Herbert H. Dow, establecida en España menos de un siglo después (1966), asentada en nuestro país como Dow Ibérica y con unas cifras de negocio que quitan el hipo: segunda empresa mundial del sector químico, presencia en 175 países, 43.000 empleados, ventas anuales de 49.000 millones de dólares, una capitalización de 66.000 millones en moneda norteamericana, cotizada en Wall Street y un punto negro hasta 1969: la fabricación de napalm, el terrible gas que tan poca gloria concedió a Estados Unidos en Vietnam.

El expresidente de la CAM acometió la expansión por Latinoamérica en el año 2000 y comenzó por Argentina. Dieciséis años después, los Sala Martínez constituyen el primer distribuidor oficial del producto fabricado por Dow Chemical.

Los beneficios de esta sociedad, rentable y saneada, no ofrecen dudas. Vicente Sala Bello eligió bien a sus socios. La gestión de este negocio multimillonario es, precisamente, lo que ha acabado tensando la cuerda en las relaciones familiares de una de las grandes fortunas de Alicante.

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