Una oscura noche, un vehículo para en un stop a la salida de La Vila Joiosa. Frente a la atenta mirada de dos operarios de grúa, que se encontraban allí estacionados a la espera de un servicio, un hombre salta de repente de la parte trasera del vehículo. Está maniatado y amordazado. Logra escupir el paño que le habían introducido en la boca y pedir auxilio a los operarios que lo socorren mientras el vehículo y sus ocupantes abandonaban a toda prisa el lugar. Así podría comenzar perfectamente el guión de un thriller de suspense, pero, como en tantas otras ocasiones, la realidad supera a la ficción.

Esto ocurrió en noviembre de 2015 y permitió a la Guardia Civil iniciar una ardua investigación que ha culminado con la desarticulación de una violenta banda criminal y la detención de dos hombres de nacionalidad marroquí (de 30 y 29 años) y cuatro mujeres españolas de 26, 31, 32 y 47 años, según informó ayer el Instituto Armado. Cinco de ellos son vecinos de Mutxamel y una de las mujeres de La Vila. Todos están en prisión acusados de robo con violencia e intimidación, detención ilegal y pertenencia a organización criminal.

Tras más de 10 meses de investigación, los agentes han logrado desarticular esta peligrosa banda liderada por un marroquí de 29 años. Él, junto con la mujer con la que mantenía una relación sentimental y que ejercía la prostitución de forma voluntaria, crearon un grupo organizado y jerarquizado en el que tres mujeres se prostituían de forma voluntaria aceptando solo peticiones de hombres de buena posición económica y de avanzada edad para que sus condiciones físicas les impidieran defenderse.

Modus operandi

Contactaban con las víctimas en un primer momento por teléfono. Después quedaban con ellas en distintas ocasiones en los domicilios privados. Allí, las mujeres recababan la información necesaria sobre ubicación del dinero, joyas, cajas fuertes... Así averiguaron que la víctima, un empresario de 69 años, todos los viernes recibía una importante cantidad de dinero procedente de varios negocios que guardaba hasta el siguiente lunes en su casa, concretamente en el interior de un colchón. Tres mujeres de la organización volvieron a concertar una cita con la víctima y dos amigos en la casa donde supuestamente estaba el dinero. Tras incitarlos a beber alcohol una de ellas salió a la calle con el pretexto de hablar por teléfono y al regresar al interior dejó la puerta abierta. Fue así como minutos más tarde entraron los hombres armados con una pistola de descargas eléctricas y cuchillos de grandes dimensiones. Tiraron a las tres víctimas al suelo propinándoles golpes y atándoles con bridas las manos y los pies. Para hacer más creíble el asalto pegaron a las mujeres. Al no encontrar el dinero amenazaron al empresario, incluso lo apuñalaron e intentaron dejarlo ciego por lo que «in extremis» confesó que el dinero estaba en otro domicilio.

En el traslado en coche a la otra vivienda, la víctima aprovechó un descuido para abrir la puerta del vehículo y tirarse. Los dos operarios de grúa le socorrieron y avisaron a la Guardia Civil que se desplazó al primer domicilio del empresario donde aún estaban sus amigos que habían logrado liberarse mientras el secuestrador ya había huido.

Gracias a la actuación de los agentes, que fueron deteniendo uno a uno a todos los integrantes de la organización, estrecharon el cerco a los criminales, impidiendo así que llegaran a cometer más golpes.