Un violador multirreincidente que actuaba en el interior de garajes comunitarios de la provincia de Alicante ha sido condenado a 12 años de prisión por la primera agresión a una mujer de la que se tiene constancia.

Los hechos ocurrieron el 7 de octubre de 1998, cuando el procesado, Francisco José Jiménez Cámara, abordó a la víctima a punta de navaja en la calle San Juan de San Vicente del Raspeig y la introdujo en un estacionamiento.

La sentencia de la sección tercera de la Audiencia, hecha pública hoy, declara probado que se tiró encima de ella cuando estaba en el suelo, le tocó los pechos y la vagina y le obligó a realizarle una felación.

Este 'modus operandi' coincide con el que Jiménez Cámara empleó durante años para agredir sexualmente a otra decena de víctimas en San Vicente y la ciudad de Alicante hasta 2013, cuando fue detenido por la Policía Nacional.

De hecho, el violador acumula media docena de sentencias condenatorias por hechos similares, de las que tres han sido declaradas ya firmes por el Tribunal Supremo.

En este caso, el primero cronológicamente en el listado de agresiones sexuales de Jiménez Cámara del que hay constancia pero el último en ser llevado a juicio, los restos biológicos que el sospechoso dejó en una camiseta de la víctima no pudieron cotejarse con los de otros delitos.

La razón es que el juzgado instructor del sumario lo archivó por falta de autor conocido en diciembre de 1998 y autorizó una década después la destrucción de la prenda.

Para el tribunal, que ya descartó en su día que este delito hubiera prescrito, la falta de esa prueba "no impide concluir que el acusado no sea el autor del asalto y violación" que sufrió la mujer.

Los magistrados argumentan en su fallo que disponen de otras pruebas para condenarlo, como el reconocimiento en una rueda fotográfica con sospechosos que hizo de él la perjudicada.

De hecho, declaró ante el propio tribunal que lo identificó nada más verlo porque la "expresión de sus ojos" era un detalle que jamás "podrá olvidar".

Para la sala, la declaración de la víctima fue "lógica y coherente" y en ella se aprecia una "persistencia" a excepción de los "escasos detalles que el transcurso del tiempo haya podido distorsionar".