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Un septuagenario se enfrenta en Valencia a dos atracadores y les quita la pistola

Los ladrones se hicieron pasar por agentes y huyeron sin robar nada tras propinar golpes y descargas a la víctima

El hombre asaltado en su casa.

Habían planeado su golpe durante días, sabían los movimientos de su víctima y sospechaban que en su vivienda de la pedanía valenciana de Borbotó guardaba una suma importante de dinero. Sin embargo, con lo que no contaron los atracadores es con que, a sus 70 años, Carmelo les plantara batalla y se defendiera con uñas y dientes hasta lograr incluso arrebatarles la pistola con la que lo encañonaban. Los delincuentes lograron escapar por la puerta trasera de la casa pero no consiguieron llevarse botín alguno. «Son unos cobardes, tienen que venir dos porque uno solo no puede conmigo», manifestaba el septuagenario todavía acalorado por la refriega tras ser atendido en el Hospital Clínico de las lesiones que le causaron sus asaltantes.

«Me intentaron poner una capucha y taparme la boca para que no gritara, pero yo me revolví», relató a este diario el agredido. «Uno me tenía la pistola puesta en el cuello y el otro estaba venga a tirarme descargas con un cacharro del que salían chispas», explicó. Sin pensárselo dos veces, «eché mano del cañón e intenté tirar un tiro para que vieran que no les iba a resultar una presa fácil».

No escuchó detonación alguna. El arma, que sí era real, concretamente una nueve milímetros Parabellum, estaba descargada. Los delincuentes la llevaban para amedrentarlo pero no creían que tendrían que usarla.

Carmelo reconoce que se la jugó y que podía haberle salido mal. Es más, «yo pensé que estaba cargada y por eso la aparté de mi cuello, era ellos o yo». Durante el forcejeo la pistola cayó al suelo y los ladrones debieron huir a toda prisa por la puerta de atrás ya que los gritos de socorro de su víctima habían alertado a varios vecinos que trataban de acceder por la entrada principal de la casa.

Los hechos ocurrieron a media mañana de ayer, en torno a las once, en una calle situada en el centro de la pedanía de Borbotó. Los dos atracadores iban a cara descubierta y bien trajeados. «Dijeron que traían una citación del juzgado», explica Carmelo, quien vio que uno de ellos portaba una carpeta con lo que parecía ser documentación judicial.

«Se pensaban que tenía 'diners' pero en casa no guardo nada, va de la gasolinera directo al banco para evitarme cosas como esta», remarca el agredido, propietario de una gasolinera de la zona.

«Yo estaba en el horno de enfrente comprando el pan cuando se ha empezado a escuchar: '¡Socorro, socorro!», relataba Pepi. Apenas poco después se hizo el silencio y poco después fue el propio Carmelo quien abrió la puerta a los vecinos con el rostro totalmente ensangrentado. Fue atendido en un hospital de las heridas, entre ellas una costilla rota y un traumatismo en el cráneo.

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