Un hombre 49 años y nacionalidad italiana fue asesinado a puñaladas en la madrugada de ayer en el interior de su vivienda en la urbanización de Campoamor, en Orihuela Costa. La Guardia Civil baraja un ajuste de cuentas como principal hipótesis del crimen, cometido por tres personas que iban encapuchadas y dejaron amordazada a la mujer que estaba con la víctima.

Según las primeras investigaciones, entre las dos y las tres de la madrugada de ayer tres encapuchados se introdujeron en una vivienda de la urbanización oriolana de Campoamor forzando una ventana. En el transcurso del asalto amordazaron a una mujer de origen rumano que se encontraba en el dormitorio de la casa con la víctima. Buscaban cocaína, que, al parecer, no hallaron al registrar todos los rincones y armarios de la vivienda, además del garaje del inmueble, con acceso directo a la casa.

Los asaltantes, que incluso desvelaron su origen napolitano a la hora de reclamar la droga, se llevaron tres mil euros y varias botellas de bebidas alcohólicas tras herir mortalmente al hombre en su violento asalto.

El equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil acudió sobre las cinco de la mañana el lugar de los hechos, el número 148 del residencial Calas de Campoamor, en la zona de Aguamarina de Orihuela Costa. En el interior de la vivienda, además del cuerpo sin vida del hombre y a la mujer amordazada, se encontraron abundantes rastros de sangre en distintas dependencias y un gran desorden y destrozos por el vaciado de armarios y cajones derivado de la búsqueda de la cocaína, hasta el punto de que rajaron colchones y muebles para localizar dobles fondos.

El equipo de Homicidios del Instituto Armado se ha hecho cargo del caso. El levantamiento del cadáver, que también presentaba signos de haber recibido una paliza además de las heridas por arma blanca, tuvo lugar sobre las seis de la madrugada. Los vecinos no se enteraron de nada, más allá de observar cómo el ahora fallecido entraba acompañado de una mujer al residencial sobre las once de la noche del pasado domingo.

La única evidencia visible de lo que había ocurrido era ayer por la mañana el precinto de la puerta principal de la casa, en una urbanización que permanece casi desierta la mayor parte del año.

La víctima residía en este adosado desde hacía algo más de un año en régimen de alquiler. La vivienda, de planta baja y una altura, en una zona de poder adquisitivo medio de esta zona turística oriolana, se encuentra en un residencial con calles interiores y puertas de acceso normalmente cerradas, la mayoría con alarma.

Los residentes describían ayer a la víctima como un hombre discreto pero con hábitos extraños. Salía poco -frecuentaba algunos bares de la comunidad británica situados junto a la N-332- y recibía muchas visitas a todas horas, siempre de personas distintas y en ocasiones salían con bolsas y enseres, según siempre las mismas fuentes. Su relación con el resto de residentes era casi nula,más allá de algunas quejas porque esas visitas constantes dejaban una de las puertas de acceso a la calle abiertas en alguna ocasión. De las cuarenta casas de esta fase residencial solo están ocupadas media docena todo el año.