Tras la sentencia, el joven I. A. S. se considera «agrecido», aunque admite que «el proceso y haberme mantenido leal a mis principios me ha costado «mucho dolor y esfuerzo» y «el precio ha sido muy alto». Su mayor temor es poder salir adelante y que pasado un año siga sin encontrar empleo, dado que «el panorama actual está muy difícil por la crisis económica». El joven asegura que aspira a encontrar un empleo idealmente relacionado con el ámbito social y el periodístico. J. A. M.