Un golpe lanzado de manera sorpresiva y del que no tuvo posibilidad de defensa alguna fue la causa de la muerte de Alicia Zambrana, la exedil de Lorca asesinada en El Campello en febrero de 2014. Éstas son las conclusiones alcanzadas por los forenses que hicieron la autopsia al cadáver y que ayer declararon en el juicio por este asesinato. En la sesión de ayer, las partes presentaron sus conclusiones finales y, a partir de hoy, comenzarán las deliberaciones del jurado. Las acusaciones sostienen que fue un crimen por violencia machista del que fue el autor el acusado Khuram Riaz.
Los forenses no pudieron determinar si la víctima se encontraba tumbada en el sofá o de pie en el momento en que recibió el golpe mortal. Un impacto que se produjo con gran violencia y un objeto contundente, que le causó un grave traumatismo craneofacial en la parte izquierda de la cara con hasta tres facturas en distintas partes del rostro. El arma del crimen fue un taburete con el que el presunto asesino la golpeó en la cabeza. Según los médicos del Instituto de Medicina Legal, lo habitual ante cualquier tipo de agresiones es tratar de protegerse con los brazos, hecho que no se produjo. También los forenses detectaron señales en el cuello que podrían ser compatibles con que el agresor la agarrara mientras sufría la agresión. El golpe no produjo la muerte instantánea a la víctima, quien pudo estar agonizando mientras estaba en el sofá.
El cadáver fue localizado por la hermana de la víctima la noche del 14 de febrero que acudió alarmada al domicilio al ver que ésta no contestaba las llamadas durante todo el día. Tanto el fiscal, como la acusación particular, que ejerce la familia de la víctima, y la acción popular, que lleva la Generalitat Valenciana, mantuvieron ayer la acusación de asesinato para el procesado y concluyeron que se trataba de un crimen de violencia de género.
Conclusiones
El fiscal concluyó que, aunque se trataban de encuentros esporádicos, agresor y víctima mantenían una relación sentimental. Una relación que ella trató de ocultar a sus familiares y amigos, porque le avergonzaba la diferencia de edad entre ambos, ya que mientras el agresor tenía 29 años, la víctima, 58. El fiscal consideró que no es creíble la versión del acusado de que ella había accedido a casarse con él por los papeles y también puso en duda que la mujer hubiera tratado de agredirle con un cuchillo la noche del crimen, como sostiene la defensa, durante una discusión.
Las acusaciones se acogieron al informe de los forenses para subrayar que la mujer no tuvo posibilidad de defensa alguna y que el ataque se produjo de una manera totalmente inesperada. También pidió una condena por el robo de un ordenador portátil y del móvil de la víctima cuando huyó de la vivienda.
Desde la defensa se negó que el acusado mantuviera una relación sentimental con la víctima y recalcó que ésta era de amistad. Un matiz que añadiría años de cárcel en caso de condena, ya que la relación de parentesco es una agravante a la hora de dictar sentencia. La abogada insistió en la versión del acusado de que éste la golpeó accidentalmente con el taburete cuando la víctima le amenazaba con un cuchillo. «La ausencia de lesiones de la fallecida pudo deberse a que tenía el cuchillo en la mano», dijo. La defensa incidió en que el procesado ha admitido los hechos desde el primer momento y su intención ha sido la de colaborar con la Justicia y asumir su responsabilidad. «Sus huellas nunca aparecieron en el taburete. Sólo tendría que haberse callado y no decir nada», señaló.
El acusado Khuram Riaz aprovechó su turno de última palabra para pedir disculpas a la familia de la fallecida y reiteró que no quiso acabar con su vida, sólo quería que soltara el cuchillo.
