La dimensión de la tragedia de Santiago se mide, por un lado, en una velocidad excesiva, que hizo que el impacto fuera seis veces superior al que se hubiera registrado si hubiese circulado a 80 kilómetros por hora y, por otro lado, en la fuerza centrífuga que empujó al tren fuera de la vía.

El hecho de que el convoy circulase a más del doble por encima de lo permitido multiplicó el impacto sobre los pasajeros.

El físico Jorge Mira explica que la velocidad de un cuerpo da energía a éste, de modo que un golpe a 50 kilómetros por hora es cuatro veces menor que un golpe a 100.

Pero, ¿por qué el maquinista salió ileso? La cabeza tractora en la que viajaba «se escoró por un lado y cayó rozando contra el muro». El rozamiento permitió que la máquina fuese frenando y que el impacto fuese menor.

En las imágenes de la cámara de seguridad se aprecia cómo es el segundo vagón, el furgón generador, el que se sale de la vía. Mira aclara que esto se debe a que esta máquina era más pesada en su parte superior y, por ello, tiende a desestabilizarse antes.

Un catedrático de la Universidad de Granada, Arturo Quirantes, describe lo que debieron sentir los viajeros: «La aceleración centrífuga arroja violentamente a los pasajeros contra la ventanilla exterior a la curva». «Una persona que estuviese sentada junto a la ventanilla del lado interior caería hacia el centro casi como si hubiese saltado desde dos metros de altura».