«He vuelto a nacer». Ana Belén Leis, la gallega de 37 años que trabaja en la cárcel de Villena, ha empezado a tomar consciencia de la catástrofe ferroviaria a la que pudo sobrevivir y de la suerte que ha tenido. Desde la habitación del hospital La Rosaleda de Santiago de Compostela, donde se recupera de las heridas, Ana Belén explicó ayer a este diario que ella viajaba «despierta»y en el cuarto vagón porque estaban a punto de llegar a Santiago. En la estación le esperaba su marido con sus dos hijos de 7 y 2 años y había pasajeros que se habían levantado para bajarse rápido. «En otras ocasiones yo también iba levantada en esa zona, pero esta vez estaba sentada», explica la mujer.

Acostumbrada a este viaje porque lo realiza con frecuencia al vivir a caballo entre Villena y Santiago, por motivo de su trabajo, Ana Belén aseguró que normalmente el tren suele frenar en el túnel que hay antes de la curva donde descarriló pero el miércoles fue diferente. «Notamos un frenazo brusco, como cuando vas en coche y frenas de golpe, y al salir del túnel ya empezó a girarse, a caerse todo y descarrilamos», recuerda la herida.

«Saltamos por los aires», afirma, sin tener claro aún si su vagón fue el que salió volando por encima del muro de hormigón. Precisa que «puede que sí, porque me sacaron del vagón y no recuerdo haber cruzado vías, solo que estaba arriba en el campo».

Sus familiares viven a escasa distancia del lugar y una prima suya «me llevó al hospital, no esperamos ambulancia porque había riesgo de explosión». Al ser de las primeras evacuadas «no vi mucho» de las trágicas consecuencias del accidenta, pero ahora tiene claro que «mejor no haberlo visto».

«No tengo nada roto, pero ahora me duele más el cuerpo por los golpes», afirma Ana Belén, quien sufrió magulladuras, cortes en la cabeza por los cristales y una lesión en un ojo. Confía en recibir pronto el alta, aunque anoche seguía ingresada.

El director de la cárcel Alicante II en Villena, Feliciano Crelgo, afirmó que ayer habló con Ana Belén por teléfono y le confirmó que se encontraba en planta. Crelgo le transmitió las palabras de ánimo de sus compañeros de trabajo, informa Mariví Pardo.