El gran problema de José Bretón, el padre de Córdoba condenado a cuarenta años de prisión por matar a sus dos hijos, fue su incapacidad durante todo el juicio de intentar hacer creer al jurado que quería a sus hijos. Fingir unos sentimientos que no tenía. Así analizó ayer en los cursos de verano de la Universidad de Alicante el criminólogo Vicente Garrido la conducta de este acusado durante el proceso judicial. Garrido impartía una conferencia títulada «El psicópata y su relación con la violencia y el delito», justo un día después de la sentencia del caso Bretón del que es autor de un libro.

Para el criminólogo, Bretón no puede considerarse un psicópata en un sentido pleno. «Padece el trastorno esencial, como es la falta de remordimientos», pero sin embargo carece de otros rasgos del psicópata como es la capacidad de seducción. Tampoco había tenido una vida antisocial y aparentemente era una persona integrada. Según Garrido, es lo que se llama una psicopatía subclínica. Y es que no todos los psicópatas tienen por qué matar. En algunos casos, el narcisismo, la capacidad manipuladora , la frialdad, la ausencia de remordimientos y la insensibilidad hacia la víctima, no son rasgos exclusivos de un asesino psicópata. Garrido puso de manifiesto estos riesgos psicopáticos de la personalidad en algunos de los conocidos como delitos de «cuello blanco», poniendo como ejemplo el de Bernard Madoff, el expresidente del Nasdaq y financiero de Wall Street que llevó a la ruina a miles de familias por un fraude 65.000 millones de dólares.

Garrido señaló también que hay psicópatas que tienen la capacidad de sentir algo por determinadas personas, poniendo como ejemplo el de uno de los mayores asesinos en serie de Estados Unidos, Ted Bundy, que nunca hizo nada a su novia pese a que mató a un centenar de mujeres.

Por otro lado, en la jornada de ayer también disertaron sobre los trastornos mentales y los delitos sexuales Jesús Hérranz y Ángeles López, psicólogo y psiquiatra respectivamente del Psiquiátrico Penitenciario de Fontcalent. Hérranz quiso ayer romper el vínculo que automáticamente se hace entre enfermo mental y delincuencia. «Estas personas son más víctimas que delincuentes» y señaló que uno de los factores que frecuentemente les lleva por el mal camino es el consumo de drogas. «El abandono del tratamiento y el consumo de sustancias estupefacientes puede convertirles en bombas de relojería», explicó.

Sólo un 5% de los 365 internos del Psiquiátrico están presos por delitos sexuales, exactamente el mismo porcentaje que hay en la población reclusa española. En el caso de los internos por homicidio, el índice de reincidencia es muy bajo y hay hasta condenados que siguen tratamientos ambulatorios. «Hay casos donde la gran trascendencia mediática han perjudicado la reinserción, porque el estigma social de lo que hizo siempre estará hay», explicó Herranz.

Un 80% de los 112 encerrados por delitos violentos, sus víctimas son personas que conoce, desde familiares a vecinos o sus compañeros de trabajo. En el 20% se trata de desconocido, entre los que hay un alto porcentaje de casos en que son miembros de las Fuerzas de Seguridad. El 74% de los casos han tenido una sola víctima y es muy raro en España la existencia de asesinos en serie. En los 30 casos de asesinatos consumados, tan sólo hay un 34% de reclusos con un alto índice de reincidencia. En un 60% el riesgo de reincidencia es bajo.