Cuatro de las nueve puñaladas que recibió la joven Mireia Roma fueron mortales y cada una de ellas por sí misma hubiera causado la muerte a la víctima, según desvelaron ayer los forenses en el juicio que por este presunto crimen de violencia de género ocurrido en Mutxamel en abril de 2011 se celebra con un jurado en la Audiencia de Alicante. A partir de hoy comienzan las deliberaciones del tribunal popular, después de que en la jornada de ayer las partes presentaran sus informes finales en los que mantuvieron la petición de penas. El marido acabó con su vida a puñaladas y después incendió la vivienda, obligando a desalojar a los vecinos. Aunque reconoce el crimen, la defensa sostiene que sufrió un arrebato ante la noticia de que su mujer se separaba de él.

Según la autopsia, el cadáver estaba muy deteriorado debido a que exteriormente se encontraba carbonizado y los brazos y piernas habían desaparecido. Esta última circunstancia impedía determinar si la víctima presentaba lesiones defensivas producidas al intentar protegerse con las manos de las cuchilladas. Tres de las puñaladas afectaron a órganos vitales y una cuarta al corazón, pero ésta última no sangró muy abundantemente debido a que en las otras lesiones ya había una hemorragia importante, dijo. El forense precisó que con las heridas que presentaba la víctima pudo morir en un lapso de un minuto y medio. En el momento en que el presunto asesino quemó el cadáver, Mireia ya estaba muerta. La autopsia no ha revelado que la víctima hubiera sufrido algún traumatismo importante en la cabeza.

Asimismo, los peritos han determinado que la mayoría de los restos de sangre encontrados por toda la vivienda pertenecían al marido de la víctima. Para las acusaciones, este hecho indica que el procesado estuvo limpiando los restos del crimen. Para la defensa sólo quiere decir que la hemorragia fue interna.

Tanto la Fiscalía como las abogadas del Estado y de la Generalitat Valenciana mantuvieron ayer la petición de pena de 33 años de cárcel por los delitos de asesinato e incendio; mientras que la acusación particular ejercida para la familia de la fallecida por el abogado José Luis Sánchez Calvo pide hasta 45 años de prisión por los mismos delitos, al entender que hubo una agravante de ensañamiento. «Si cuatro de las nueve puñaladas bastaban para causar la muerte, al menos ocho fueron innecesarias y sólo prolongaron el dolor y el sufrimiento de la víctima», dijo. Las acusaciones insistieron en que el crimen estaba planificado por el acusado, hasta el punto de haber intentado dar una apariencia de normalidad para que su víctima no sospechara nada y atacarla sin que tuviera posibilidad de defenderse. El acusado presentaba un corte en la mano que para las acusaciones se hizo mientras propinaba las puñaladas, mientras que para la defensa se produjo al forcejear con su esposa para quitarle el cuchillo.

El letrado de la defensa, José Luis Carrasco Galipienso, se trata de un homicidio en el que no existió premeditación alguna. El abogado considera que no hubo riesgo de que el incendio se propagara a las otras viviendas y considera que se trata de un delito de daños.