Ojipláticos se quedaron los clientes de la estación de servicio Rotonda, situada en la rotonda del paseo marítimo de Ibiza, cuando la noche del domingo, a eso de las once de la noche, un dromedario cruzó la zona de los surtidores. En las imágenes de las cámaras de seguridad de la estación se aprecia cómo atraviesa al trote la instalación, de lado a lado, hasta que para 10 segundos en el extremo este y, tras unos momentos de duda, emprende la huida –esta vez galopando– cuando se percata de que se le aproxima un hombre –este al trote– con un teléfono móvil en la mano (según responsables de la empresa, para grabar al aterrado animal).

José María Canal, representante y mánager del Circo Roma Dola, que es de donde se fugó el artiodáctilo, asegura que eso joroba bastante a estos primos hermanos de los camellos bactrianos, los de dos protuberancias: «Hay que acercarse a ellos despacio, poco a poco». Sin aspavientos. No corriendo, que es cuando salen por patas, como fue el caso. Oli, que es como bautizaron a este camello arábigo, dio un garbeo de media hora por toda la zona industrial vilera hasta que el curtido Julio Dola, propietario del circo, avisado por la Policía Nacional, dio con él en las cercanías de la central de Endesa, se le acercó pausadamente (como mandan los cánones), le acarició para calmarlo y le colocó las bridas. Y vuelta al redil.

Lo único temible de Oli son sus aproximadamente 300 kilos de peso, que cruzados a toda pastilla en una vía pública pueden dejar planchado el chasis de un utilitario coreano. Por lo demás, sus cuidadores aseguran de él que es dócil y tranquilo. Y muy joven. Solo tiene dos años (suelen vivir 10 veces más) y nació en cautividad. Como su madre, Sarah, falleció, lo alimentaron a base de biberones. Ahora se nutre de fruta y alfalfa, pero al parecer está enganchado a las galletas maría y los dulces.

En periodo de prácticas

Aunque no lo tienen claro, en el circo Roma Dola sospechan que un par de activistas de una asociación proteccionista que merodeaban por la zona esa tarde (y a los que piensan denunciar) soltaron al joven Oli cuando sus compañeras Sarah (otra, esta de 14 años) y Fátima (más o menos de la misma edad) hacían cabriolas en la pista habilitada sobre el asfalto del aparcamiento de es Gorg. Porque el pequeño camélido no siempre actúa. El bisoño cuadrúpedo está en periodo de prácticas, con la L en su única joroba y bajo la tutela de Ricardo Dola, el adiestrador más joven del mundo (con 17 años se las ve con dos leones y dos tigres a la vez, además de con una decena de ocas y media de ponis, que también tiene su dificultad). Ricardo es hijo de Julio, el jefe, jienense nacido en Martos pero a quien sus padres se llevaron de pequeño a Italia, lo que explica que non capisce niente de castellano, que solo lo farfulla. Ricardo adiestra a Oli jugando, para que su entrada en la pista no represente una obligación: «Hay que acostumbrarlo al ruido del público, a los flashes, sin que se angustie o estrese por ese trabajo», señala Canal. La verdad es que su faena en este circo tampoco es muy estresante, pues los dromedarios apenas aparecen en escena cinco minutos para lucirse con un par de ejercicios propios de equinos.

No es la primera vez que Oli se da una vuelta por las cercanías. Hace un par de semanas, a eso de las seis de la madrugada, le acompañaron en el garbeo los ponis, Fátima y Sarah, después de que unos clubbers salieran de una discoteca cercana hasta las orejas y con más intención de gastar una broma (pesada) que con propósitos libertadores. «Fueron solo cinco minutos», asegura el mánager del circo. La Policía Local les avisó de que habían avistado suelta a esa manada de mamíferos gregarios, que posiblemente aprovecharon las circunstancias para darse un banquete de hinojos.

Los gamberrillos no se atrevieron, sin embargo, con Simba, el melenudo león de Roma Dola, una fiera en periodo vacacional desde que sus compañeras están en celo: «Es para evitar problemas, por motivos de seguridad», explica Canal. De dos a tres veces al año, las hembras entran en celo y Simba (que siempre lo está, firme y dispuesto) se limita a trabajar durante ese periodo en la intimidad: «Dejamos que la naturaleza siga su curso, no nos inmiscuimos», añade el representante.

Y Simba cumple. Vanesa es el fruto de la política de Roma Dola de no inmiscuirse en el ardor felino. La cachorra apenas tiene dos semanas y nació en el circo tras los 90 días de gestación de Estela, de baja por maternidad desde entonces, explica Canal.

No es la primera vez que este circo sufre una evasión entre sus filas. El 6 de diciembre de 2009 se les escapó en Sada (A Coruña) el hipopótamo Pipo, que al parecer se sentía tentado por la hierba de una rotonda cercana, de la que dio cuenta durante 20 minutos. Ricardo Dola se encargó en persona de que las dos toneladas del paquidermo, que en el espectáculo deglute un melón de piel de sapo de cuatro kilos de una sola sentada, regresaran sin percance a las instalaciones circenses.

Seis meses antes sus dos dromedarias adultas también dieron un fugaz paseo por Vilagarcía (Pontevedra) después de que, como en Ibiza, alguien decidiera liberarlas. Para jorobar, claro.