El Homo erectus fue el primer ancestro humano que se extendió por el Viejo Mundo, desde África hasta el sureste asiático, y siempre se ha pensado que era esbelto y ligero. Sin embargo, ahora la tecnología 3D ha desvelado que este era compacto, achaparrado y robusto, con una gran capacidad pulmonar.

La reconstrucción en 3D de la forma de la caja torácica del ejemplar de H. erectus conocido como el niño de Turkana, un esqueleto juvenil de 1,5 millones de años hallado en Kenia, sugiere que la forma del cuerpo humano moderno, con un tórax y una pelvis estrecha, apareció más tarde de lo estimado, con nuestra especie, el Homo sapiens, y no hace unos dos millones de años con H. erectus.

Los resultados de esta investigación se publican en la revista Nature Ecology and Evolution, en un artículo que lideran Markus Bastir, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) en Madrid, y Daniel García Martínez, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) en Burgos.

Detrás de las conclusiones de este estudio hay un trabajo laborioso. Los investigadores volaron el pasado año a Nairobi para visitar el museo nacional de Kenia y conocer de cerca los restos fósiles del esqueleto de H. erectus más completo y mejor conservado. es que, se cree que este ejemplar, hallado en el lago Turkana en 1984, pudo ser enterrado, quedando a salvo de los depredadores.

Está casi completo a falta de los dedos de manos y pies y esto ha permitido a decenas de científicos su estudio, entre ellos a Bastir y García Martínez, quienes, además de examinar los fósiles físicamente, escanearon una por una sus piezas, para conseguir así su reconstrucción en 3D en el Laboratorio de Morfología Virtual del MNCN.

Para ello usaron, entre otras, tecnologías de reconstrucción virtual y morfometría geométrica en 3D, explica a Efe García Martínez, quien señala que en su desarrollo se tardó tres meses. "Sorprendentemente, el niño de Turkana tenía un tórax más profundo, más ancho y más corto que el de los humanos modernos", indica en una nota del CSIC el investigador Markus Bastir.

Esto sugiere un cuerpo más robusto y un volumen pulmonar mayor; hasta ahora se contemplaba su forma como esbelta o estilizada, lo que se asociaba a su habilidad para recorrer largas distancias.

"Quizás, esa imagen idílica de H. erectus como primer homínido que sale de África y que por ello tuvo que estar adaptado a recorrer largas distancias no es del todo exacta", apunta por su parte García Martínez, quien recalca que esta especie sí fue la primera en salir del continente pero la explicación de esa marcha no está en su capacidad para recorrer kilómetros, sino en otras características.

Probablemente, H. erectus era menos dependiente de los recursos del momento que sus antepasados y exploró otras zonas para obtenerlos: una hipótesis es que, entre otros, pudo salir de África detrás de las oleadas de manadas migratorias de animales, señala a Efe García Martínez, quien concluye: "moverse, conquistar nuevas áreas es una cosa que quizás esté intrínseca desde H. erectus".

Por tanto, parece que la forma más ligera del cuerpo humano moderno, con tórax y pelvis estrecha, evolucionó más recientemente de lo que se pensaba. En lugar de aparecer tan tempranamente como la aparición del H. erectus, hace unos dos millones de años, habría aparecido con nuestra especie, H. sapiens, explica García Martínez.

Para llegar a estas conclusiones los investigadores no solo reconstruyeron la caja torácica virtual en 3D del joven de Turkana, sino que también predijeron su forma torácica adulta. Además, la compararon con la de los humanos modernos (gracias a TAC enviados por hospitales como el de La Paz o el de Copenhague) y con la de un individuo neandertal de unos 60.000 años hallado en Kebara (Israel), cuya reconstrucción en 3D fue publicada en 2018 por el mismo equipo.

El objetivo, investigar el movimiento de su respiración mediante la animación virtual; según los científicos parece que la caja torácica de H. erectus y sus pulmones eran capaces de "aguantar" episodios puntuales, no pudiendo resistir largas distancias.

Y es que precisamente esa capacidad pulmonar superior a la de H. sapiens y similar a la de los neandertales no era garantía de una mayor resistencia, sino que desvela una mayor necesidad de oxígeno, en parte, por una musculatura mayor, más robusta, según el estudio.

La resistencia depende de otras variables, como el umbral anaeróbico, y eso es patrimonio del H. sapiens, cuya forma del cuerpo parece estar vinculada a movimientos optimizados para actividades de mayor resistencia.

Esto fue lo que probablemente hizo que nuestra especie protagonizara una "superexpansión" y colonizara prácticamente todo el mundo en un período de 200.000 años, concluye García-Martínez.

"Lo más importante de este trabajo es que rompe un poco con el paradigma de que el H. erectus fue el primer representante humano de morfología esbelta y ligera. Probablemente todos los homínidos anteriores a los seres humanos tenían una morfología ancha, robusta y fuerte, como los neandertales, y un gasto energético muy puntual, como para cazar, pero no para andar largas distancias", subraya.

Además del Cenieh y CSIC, han participado la Universidad de Valencia, la del País Vasco o la Sociedad de Ciencias Aranzadi.