Hace muy poco tiempo, antes de estar confinados por la pandemia de la covid-19, podíamos ver gente abrazándose en cualquier lugar de nuestro entorno. Era un saludo normal entre amigos y familiares e, incluso, podíamos diferenciar el abrazo que se daba con emoción del puramente formal y no por su duración, sino por el lado por el que se producía.

Según Javier Torregrosa, investigador y formador en comunicación no verbal científica, un abrazo por la derecha siempre se ha considerado como meramente formal, protocolario, pero por la izquierda llevaba consigo una alta carga de espontaneidad y de emoción. Lo mismo ocurría con los besos.

En España y en la mayor parte de países del mundo, salvo alguna excepción como Italia, cuando besamos a alguien en la mejilla normalmente damos el primer beso en el lado derecho. Como sucede con los abrazos, también podemos saber cuándo un par de besos son formales o por el contario más espontáneos y emocionales, solo con identificar por qué lado comienzan. Y, en porcentaje total estimado, el 85% de los besos y abrazos que damos comienzan por el lado derecho, salvo en momentos intensos, muy espontáneos, y con carga emocional, en cuyo caso escogemos el lado izquierdo.

Hasta ahora, y al utilizar estos ítems o indicadores de comunicación no verbal científica, éramos capaces de extraer valiosísima información observando estos saludos, pero ¿qué ocurrirá, por ejemplo, a partir de ahora con los apretones de manos?

Hasta la fecha, si en un saludo entre dos personas una de ellas ofrecía sus nudillos por arriba en pronación, sabíamos que se trataba de alguien dominante e impositivo. Por el contrario, aquellos que ofrecían la palma de su mano nos mostraban que eran más sumisos.

El distanciamiento social lo cambia todo

En la actualidad, por el miedo a contagios por coronavirus, se impone un distanciamiento social, de al menos dos metros, en cualquier espacio en el que coincidamos con otras personas. Por esta razón, y según Torregrosa, prescindiremos de los saludos tal y como los hemos conocido hasta ahora. "Debo indicar que desaparecerán los apretones de manos y desconfiaremos de incumplir esa distancia mínima por riesgo personal, incluso llevando guantes, un complemento que va a ser esencial en los próximos meses o incluso años", apunta el especialista.

En este contexto, los profesionales de la comunicación no verbal científica están determinando cómo nos vamos a saludar a partir de ahora y si se impondrán las nuevas formas de saludos desplazando a las que conocíamos.

¿Ya no nos abrazaremos? ¿No nos besaremos? ¿No nos daremos la mano?

Es posible que, después de muchos meses, cuando todo esto pase, todo vuelva a la normalidad, pero ¿cómo nos saludamos mientras tanto, con el pie, con el codo? Torregrosa es tajante: "Rotundamente no".

En líneas generales nuestra proxémica -el empleo y a la percepción que el ser humano hace de su espacio físico, de su intimidad personal y de cómo y con quién lo utiliza- requerirá de más espacio y tendremos que acostumbrarnos a mantener una distancia de seguridad superior a un metro, además de no tener contacto físico.

Así que lo más probable será saludar con nuestra cabeza, al estilo oriental, pero sin tanta reverencia y sin inclinación del cuerpo.

Por ello, el movimiento de nuestro eje de cabeza nos permitirá saber si alguien nos está saludando, pero, además, "nos enriquecerá dando una extra y valiosa información del grado de relación que esa persona tiene con nosotros", añade el sinergólogo.

"Si nuestro interlocutor asiente con la cabeza, será un saludo de acercamiento, amable y amistoso. En cambio, si eleva la cabeza sagitalmente, es decir, levanta el mentón para saludar, nos indicará de manera no consciente su altivez y un cierto distanciamiento en el saludo. Este gesto nos confirmará que no se quiere involucrar demasiado con nosotros. Y si, además, ladea la cabeza hacia el lado derecho, podremos deducir un cierto malestar añadido", asegura.

La sonrisa seguirá siendo un valor seguro

Por último, apunta Torregrosa, "siempre hemos oído que una sonrisa viste más que un buen traje y en cierta medida estoy de acuerdo".

Es muy probable que la utilicemos, conjuntamente, con nuestro eje de cabeza para saludar. Aquí tendremos que fijarnos en si se trata de una sonrisa verdadera o falsa.

Para identificar con claridad una sonrisa falsa nos fijaremos en la elevación de la comisura derecha de la boca, ya que este gesto se ve en esa zona de forma unilateral. Por el contrario, la sonrisa verdadera se suele reconocer "observando el ascenso de la comisura izquierda o de las dos comisuras a la vez", según el también director del Máster de Comunicación No Verbal Científica de la UA. Sin embargo, esta lectura tan identificable anteriormente, "desaparece en muchos casos al utilizar mascarilla, y a partir de ahora debemos fijarnos sobre todo si se produce una elevación y engrosamiento de la parte superior de las mejillas, arrugas en las comisuras de los ojos y un doble párpado inferior, estos también son indicadores de una sonrisa verdadera", añade Torregrosa.